Los verdiblancos llegaron a la final impulsados por una buena dinámica que les permitió creer más en sus posibilidades. El Tegueste no manejó bien el ambiente y lo pagó con la derrota.
A veces no todo se basa en el potencial o en la calidad de los luchadores; a veces, la fe mueve montañas; a veces, con creérselo basta. El Victoria se hizo con la Copa de Ciudad de La Laguna de Primera Categoría (12-10) en una buena luchada, no sólo porque fue mejor que el Tegueste, sino porque “lo quiso más” (o al menos, así lo reflejaron sobre la arena). Un mayor empuje, más tensión, más apoyo…, pequeños detalles que marcan el desarrollo de un encuentro.
Y no es que los teguesteros no pusieran la carne en el asador y que no desearan ser campeones, pero cuentan con un grupo de buenos luchadores, aunque con un carácter pasivo. Guste o no guste, en las grandes citas suelen salir triunfadores aquellos que le echan cara, que tienen sangre, que son duros… y entre los de Nacho Ramos falta una pizca de sal en ese sentido.
Los victorieros sí los tienen. Empezando por su mandador, Félix Brito, pura energía desde el banquillo (protesta, grita, se retuerce…), pasando por el destacado A, Raúl González (auténtica alma mater del vestuario) y terminando en el puntal A, Álvaro Déniz, que parece tener un megáfono desde el túnel de vestuario para dar indicaciones. Esa unión, ese apoyo, fue por donde le empezó a ganar el equipo verdiblanco a su rival.
En lo que al desarrollo de la luchada se refiere. Brito no se salió del guión, supo subir el marcador en la media, para después “jugar” con los emparejamientos arriba. No obstante, el gran protagonista de la noche fue el puntal A, Álvaro Déniz. El grancanario obtuvo justa recompensa a su esfuerzo (ya no sólo esta temporada, sino también en las anteriores). Marcado con la “cruz” del eterno segundo, supo crecerse para ser campeón y ante un rival de entidad, como Añaterve Abreu (al que parece tenerle cogida la medida).
Déniz se fue lucha a lucha con el de La Florida, mantuvo la compostura y la calma, pero sobre todo, estuvo listo en la tercera esperando el fallo de su rival (previsible por otra parte). La sonrisa del de Moya es la de la alegría (por el triunfo) y por la “descompresión” que supone demostrar que a veces el trabajo, vale más que el talento.
No se quedó atrás el puntal C, Fabián Rocha, que después de pasarlo mal ante el destacado B Adrián López, se las tuvo que ver con el puntal C blanquiazul, Efraín Perera. El verdiblanco dosificó y, por qué no decirlo, especuló con la necesidad de su oponente, hasta derribarlo en la segunda, con la primera separada. Un punto clave y una bocanada de oxígeno, para un Rocha que ha tenido grandes altibajos, que ha sido cuestionado, y que había fallado en momentos cruciales. Pero el que la sigue, la consigue, y finalmente, llegó la tranquilidad y con ella la victoria.
El palo ha sido grande para el Tegueste. Campeón moral en las dos fases regulares, se fue de ambas con la miel en los labios. Explicar el porqué de la derrota no tiene demasiada reflexión. Dos de los tres de arriba fallaron y se acabó. Y es que los teguesteros son un vestuario unido (con buen rollo), pero en lo estrictamente deportivo hay demasiadas diferencias entre los de abajo, los de la media y los de arriba. Resumiendo, no son un bloque homogéneo y eso crea dependencia de las individualidades.
Añaterve Abreu falló ante Déniz (ya van tres veces que cae de la misma manera ante el grancanario), y seguidamente, Efraín Perera no pudo “salvar los muebles”. El destacado A, Pedro Hernández, cumplió con lo establecido (sin grandes alardes). ¿Pero qué pasa en la media? Los rivales suben el marcador y les casan a los puntales. Mientras se pudo “tapar” no ha habido problemas, pero llegan las finales y se ven las enaguas.
Además, el mandador Nacho Ramos arriesgó (quizá en exceso para ser una final). Con el marcador 5-5, le tocó mover ficha. Había dos opciones: sacar al destacado A, puntal C (a 6) y puntal A (a 7) y utilizar a los destacados B en las cruces finales (lo que se suele decir: Sota, Caballo y Rey); o sacar a los destacados B, por delante, y esperar a que los puntales no te fallen arriba. Optó por la segunda y, esta vez no fue como contra el Tijarafe en semifinales, y no le salió bien. Mala suerte…
Las primeras sillas teguesteras cumplieron (como han venido haciendo durante gran parte de la campaña). Los juveniles Sandro Ramos y Cristian Galván pudieron con David Luis (cadera y traspié) y Ángel Navarro (toque para atrás en la primera), respectivamente (0-2). El verdiblanco Juan Pedro León le dio las dos seguidas a Abián González (partiéndolo para atrás en ambas) (1-2).
Se eliminaron por tres amonestaciones en la primera, Santiago Arbelo y Sandro Ramos (2-3). El destacado C del Victoria Jairo de la Paz emparejó el marcador al tirar en las dos seguidas a Cristian Galván (toque para atrás y traspié) (3-3). Juan Pedro León y Kilian Domínguez se separaron en las dos, por lo que subió un punto para cada equipo (4-4).
Remontó el Victoria en la siguiente silla, pese a que el destacado C Lino Quintero no pudo pasar de Argeo García, que le dio las dos seguidas con media cadera y traspié (4-5). Entre tanto, Jairo de la Paz hizo su segundo punto frente al C blanquiazul Alfonso García, después de tirarlo por toque para atrás, en la primera, y garabato, en la segunda (5-5). Seguidamente, en el duelo entre los capitalines, Shane Hernández (Victoria) pudo con Rucadén González (la primera por cadera, y la segunda, separada) (6-5).
Aumentó la renta el conjunto de Félix Brito, después de que el destacado B Ismael Déniz dejase fuera de brega a Argeo García, pro sendas tronchadas (7-5). Los destacados B Fermín Rocha y Eusebio Jorge se separaron en las dos (8-6); mientras que el otro destacado B del Tegueste, Adrián López (que reaparecía tras casi mes y medio fuera de los terreros), pudo con Shane Hernández y recortaba distancias (8-7).
En dos agarradas intensas, el destacado A blanquiazul, Pedro Hernández, dejó fuera de brega a Ismael Déniz, al acabar separándose en las dos, pero tener el grancanario una amonestación más (8-8). Seguidamente, el puntal A del cuadro teguestero, Añaterve Abreu “calentó motores” tirando a Jairo de la Paz (ganchillo y media cadera) (8-9).
Sufrió más de lo previsto el puntal C del Victoria, Fabián Rocha, ante Adrián López, después de que se fuera lucha a lucha, en tres agarradas muy rápidas y que se resolvieron con incertidumbre, puesto que se fueron adelante, pero el verdiblanco se impuso en la primera y en la tercera (10-10). Justo un emparejamiento antes, Pedro Hernández no pudo pasar del destacado A verdiblanco, Raúl González, con el que se separó en las dos (9-10).
Se perfiló el cruce de la noche, entre los puntales A: Álvaro Déniz (Victoria), por un lado, y Añaterve Abreu por el otro. La primera (y las otras dos también) estuvo marcada desde un principio, por los problemas para el agarre, así como por la amonestación que recibió, por parte del colegiado Ángel Melián (que estuvo muy bien) el del Tegueste por la colocación de la cabeza. Déniz supo aprovechar el desconcierto de su rival, para llevaro a tierra con una tronchada con las dos bocamangas cogidas.
Saltó en la segunda Abreu con la firme intención de igualar, y así lo hizo, pese a que recibió la segunda amonestación, de nuevo por la cabeza. Se la jugó de cango por fuera (o burra), apretando bien al grancanario, para derribarlo. El blanquiazul lo celebró y Melián (que sí es de los que pita esta amonestación) le puso la tercera.
De esta forma, con la obligación de ir o ir, el puntal A del Tegueste en la tercera se “desesperó”. En las dos ocasiones anteriores en que Déniz lo había tirado durante la temporada, la secuencia fue la misma. Abreu se la juega de cango por fuera desde muy lejos, no aprieta bien al verdiblanco, a éste le da tiempo de girarse, y cuando ya tiene bien metido el cuadril, lo encadera y lo lleva a la arena. El pasado viernes sucedió exactamente lo mismo (11-10).
El júbilo se vivió en las gradas verdiblancas, que veían cada vez más cerca el título. Sin embargo, la guinda al pastel la puso Fabián Rocha, al darle la segunda al puntal C blanquiazul, Efraín Perera (con el que se había separado en la primera). El del Victoria lo planteó a la contra, frente a un rival obligado por la situación. El conejero atacó, pero como suele pasar en estos casos, el que más arriesga, también tiene más margen para caer. Rocha trabó un ganchillo y logró sentenciar el choque.