«Conocer, observar, valorar, calcular, elegir…volver a observar, apoyar el filo de la tijera, presionar, sentir la responsabilidad de la «no marcha atrás», aflojar, asegurar la decisión…clacs!! ¡¡Ya está!! No hay segunda oportunidad; una decisión sin retroceso.
Y así, una y mil veces, las decisiones se transfieren desde el cerebro hasta el dedo índice, verdugo mutilador, en aras de consolidar la perpetuidad y refortalecimiento de la cepa.
Sólo oír Febrero, nos afloran unas tijeras de poda al pensamiento, un estado de la Luna, menguante, y un claqueteo constante de tijeras de color naranja.
Pero eso no es todo. Estamos en el momento más decisivo y complejo del año. Aquí y ahora es donde se sientan las bases de la próxima cosecha y de las futuras. Podar no es cortar a la ligera, tontamente. Hay que imaginarse la vegetación en el verano. Ahora es cuando entran en valor conceptos como número de yemas, su distribución en la cepa, vigor de la planta, formación equilibrada y ocupación de los espacios, distribución del follaje pensando en la aireación de los racimos y su exposición al sol, orientación del corte y formación de la estructura.
Teniendo en cuenta todos estos razonamientos, podemos comenzar la poda. ¿Pero cuando? ¿En qué fecha? ¿Antes o después?
El frío es nuestro aliado en la poda. Con él no hay movimiento de savia y por lo tanto no hay brotación. De mantenerse constante durante el invierno, la poda se podría hacer desde Navidad. Aquí ocurre que tenemos temperaturas suaves y variables durante estos meses. Raramente se mantiene el frío por mucho tiempo. Así, en la decisión de la poda, se descartan las fechas de diciembre y enero, porque se corre el riesgo de brotaciones prematuras, a las que un repentino cambio de tiempo haría daño.
Febrero y Marzo son meses próximos a la suavidad del clima que ofrece la Primavera. Febrero, históricamente, es el mes consolidado para realizar la poda. Pero con esto del cambio climático, la observación se ha convertido en la mejor de las herramientas a la hora de tomar la decisión. La planta te dice cuando es el momento óptimo. El «lloro» de la viña, o sea, el borboteo de savia en el corte de poda, se produce en cualquier fase lunar. A las personas mayores es fácil oírles decir: «la parra está como el tiempo, loca».
La paciencia es nuestra gran aliada en este momento del cultivo. Observar y esperar pacientemente hasta el punto en el que el hinchado de las yemas, previo a la reventación, augura la llegada de la primavera. ¡Ese es el momento!
La cepa comienza la actividad después de la ralentización vegetativa invernal. La poda en este momento, favorece la uniformidad en la brotación, en el desarrollo de los sarmientos y en la producción de racimos. Evita la proliferación de sarmientos vigorosos que descompensan la homogeneidad en el follaje y en la producción, al mismo tiempo que retrasa la aparición de enfermedades de origen fúngico y alteraciones fisiológicas producidas por las adversidades climáticas de finales de invierno».
Asociación Vitivinícola de Tegueste (AVITE)
Si desea conocer más sobre el ciclo del viñedo cada segundo sábado de mes, con el proyecto » Las madres del vino..su silencio«.