El pintor teguestero inaugura hoy miércoles 23 diciembre su primera exposición bajo el título “Una visión macro de imágenes micro”, un alto en el camino para repasar la belleza de imágenes, aparentemente conocidas, pero a las que rara vez prestamos atención.
La Sala de Exposiciones Prebendado Pacheco de Tegueste acoge desde hoy miércoles día 23 de diciembre, a partir de las 20:00 horas, la primera exposición del pintor Tito Rodríguez, una muestra en la que el artista de la Villa plasma una serie de imágenes cotidianas bajo un prisma más pausado, más calmado. La muestra, denominada “Una visión macro de imágenes micro”, podrá visitarse hasta el 4 de enero de lunes a domingo en horario de 17:00 a 20:00 horas.
Las prisas, el estrés, el no poder dejar de hacer cosas rutinarias, el sentirnos agobiados por lo conocido a la espera de que suceda algo extraordinario que nos haga parar…Y sólo cuando ese algo sucede, nos permitimos poner un nuevo reloj en marcha, el reloj de lo verdadero, de la existencia sin más pretensiones.
Suele ser entonces cuando somos conscientes de la belleza de la vida, y nos permitimos observar aquello que, por habitual, casi no percibimos. Y es ahí donde el artista aporta su creación, su sensibilidad.
Tito Rodríguez, paisano teguestero, propone en su exposición Una visión macro de imágenes micro hacer un alto en el camino y repasar la belleza de imágenes, aparentemente conocidas, pero a las que rara vez prestamos atención.
Haciendo uso de la técnica del óleo y acrílico sobre lienzo o madera, la exposición se compone de obras de distintas dimensiones, en las que el autor muestra una perspectiva macro de realidades fotográficas micro para que el observador sienta, recuerde y sea consciente de que, posiblemente, también forman parte de su propio tiempo.
Eutimio Rodríguez Suárez, más conocido en Tegueste como Tito el pintor, nace el verano de 1966 y es apuntado en este municipio en el correspondiente libro de familia del matrimonio entre Eutimio y Nieves. El mismo nacimiento avisa de una situación comprometida para su vida, para la que no se espera una duración superior al año.
Sin embargo, aquella condena se transforma en un éxito de la mano de la lucha y entrega de sus padres, y la cirugía llevada a cabo por el prestigioso otorrinolaringólogo Barajas, afincado desde hacía años en Santa Cruz de Tenerife. Tito logra salvar su vida pero le quedarán secuelas en el habla y en el oído con las que tendrá que aprender a vivir.
Aquel niño enfermo, pero que se define como feliz, se refugia en un pasatiempo continuo: plasmar, sobre cualquier soporte que se dejara, dibujos y representaciones de toda imagen que captara su atención. Y es que es la propia Nieves la que descubre todos los matices que Tito, de sólo dos años, podía incorporar a sus creaciones. Aquel pasatiempo de Tito no quedó ahí. Vendió retratos siendo apenas un adolescente, y sus continuos premios en todo concurso que se presentaba logró convencerlo que aquello era normal para un “chico al que le gustaba dibujar.
Sin embargo, algo marcaría su trayectoria. El diagnóstico de una grave enfermedad a su madre obliga a Tito a intentar ayudar económicamente a la familia. Curiosamente, aunque bien pensado no podría ser de otra forma, Tito elige la pintura de brocha gorda, como forma de ganarse la vida. Tras 10 años en esta situación, Nieves fallece pero le da tiempo de pedirle a Tito que luche por su sueño, que ella sabe que es especial, que debe compartirlo… Sin embargo, el dolor por la pérdida de la persona que siempre confió en él impide que Tito cumpla su promesa. Desde el momento de la muerte de su madre, Tito no vuelve a interesarse por la pintura. Tendría que llegar una nueva figura femenina para que recordara que debía cumplir una promesa hecha.
Cumplidos los 41 años, Tito conoce a la que hoy es su esposa, alguien que le vuelve a recordar lo que en su momento le diría su madre y que lo ayuda a enfrentar con éxito las pruebas de mayores de 45 años de la Universidad de La Laguna y a matricularse en el Grado de Bellas Artes. Han pasado 4 años, y hoy, como casi graduado, siente todo el tiempo que perdió, pero desde la tranquilidad que da saberse en el camino acertado, del que nunca debió separarse, sabe y entiende que todo en esta vida ocurre por algo. Nunca dejó de ser pintor, y hoy, Tito el pintor, siente más que nunca que, pase lo que pase a partir de ahora, con esta primera exposición en el pueblo que lo vio nacer, ha cumplido su promesa.