Los carreteros son auténticos referentes de la romería de Tegueste, que cumple 48 años de vida. En esta edición participarán un total de 23 carretas, encabezadas por la de Pedro Álvarez, la única que no se ha perdido ninguna cita romera en la Villa.
Los carreteros llevan meses trabajando en el montaje de la carreta y en la confección de sus paneles, decorados exclusivamente con granos. Se usa cebada, arroz, avena o soja, pero el abanico es muy amplio. Los paneles destacan por su minuciosidad, detalles, perspectiva sin necesidad de estudios, así como por la combinación de tonos y colores.
Cuando despunta la primavera, en Tegueste ya huele a romería. El domingo 24 de abril, la Villa vestirá su traje de tradiciones y sus vecinos agasajarán al visitante en una fiesta que se ha convertido, por derecho propio, en una de las más esperadas de Tenerife. Los romeros la marcan en el calendario como cita ineludible, y los carreteros empiezan a trabajar meses antes, incansables, para sacar lustre a su rica tradición agrícola y ganadera. Desde finales de año, los carreteros ya empiezan a diseñar la carreta con la que participarán en su particular desfile.
Y son precisamente ellos, los carreteros, junto con los cuatro Barcos (Pedro Álvarez, Tegueste, San Luis y El Socorro) y la Danza de las Flores, los auténticos referentes de una romería que cumple 48 años de vida. Un total de 23 carretas participarán este año en la romería de la Villa, encabezadas por la de Pedro Álvarez, la única que no se ha perdido ninguna edición, y a la que seguirán el resto según su antigüedad. Así, tras la de Pedro Álvarez vendrán las carretas de Las Canteras, El Mocán, El Gamonal, El Murgaño, Los Binchenis, el Colegio Teófilo Pérez, La Pedrera, Imidahuem, La Gorgolana, El Cantillo, Teguazo, La Canocha, El Carmen, La Peña, El Molino, La Padilla, Tesegue, Los Currillos, Achineche, Benahoare, Mahey y Chinijos.
Ese domingo 24 de abril, los teguesteros se echarán a las calles para pedir la protección de San Marcos hacia sus cosechas, y los carreteros, guardianes del acervo agrícola y ganadero de la villa, serán testigos privilegiados. La mayoría lleva trabajando desde comienzos de año en el montaje de la carreta. Y no es fácil, ni barato. El Ayuntamiento de la Villa concede cada año una subvención a los carreteros para ayudar a sufragar parte de los costes de la participación en la romería. El resto se consigue por pura solidaridad vecinal.
¿Y qué hace tan especial la romería de Tegueste? De manera destacada, sus carretas, ya que todas están decoradas exclusivamente con granos. Se usa cebada, arroz, avena o soja, pero el abanico es muy amplio. Los paneles se sitúan en los costados y en la parte trasera de las carretas, y están vinculados al motivo elegido que se exhibe en la parte alta del carruaje. Los paneles destacan por su minuciosidad, detalles, perspectiva sin necesidad de estudios, así como por la combinación de tonos y colores.
Es una tarea lenta y laboriosa, reservada a los jóvenes. Los mayores están más dedicados al montaje de la carreta. En total, grupos de entre 15 o 20 personas. El grano se va pegando en paneles de madera hasta completar los dibujos y después se adosan a las carretas. Se cuidan todos los detalles, de hecho, algunos granos se tuestan para adoptar algún color característico.
Cada carreta es un pequeño homenaje al Tegueste del campo, que aún hoy ha resistido con entereza al inexorable desarrollo urbanístico. Un tributo al vino, de los mejores del Archipiélago, a sus trigales, e incluso a sus lecheras, que en el pasado bien vendían en La Laguna y Santa Cruz. Las carretas de Tegueste son pequeñas obras de arte digna de ser contempladas, al menos, una vez al año.
Relevo generacional
Las tradiciones, costumbres y valores etnográficos no se heredan desde el principio de los tiempos, entendido en su sentido más amplio y misterioso. Aunque en muchos casos existen múltiples influencias y elementos impulsores que acaban arraigando tras muchos siglos una referencia idiosincrática de cualquier pueblo, hay otros que surgen casi por generación espontánea y pequeños detalles. La romería de Tegueste nace en 1969 y, desde entonces, la fiesta y las carretas son conocidas por una tradición que se ha convertido en un granero de puro arte familiar y de grupos de amigos. Una tradición que está a buen recaudo porque el relevo generacional está garantizado.
Los buenos carreteros pasan la tradición de padres a hijos, como ha ocurrido en muchas carretas. Y todos se involucran. Padres, hijos, primos, amigos… siempre hay alguna mano que aportar. Es un trabajo duro y laborioso, que lleva muchas horas de trabajo, pero cuando está finalizado, es motivo de orgullo. Desde preparar la carreta hasta decorar los paneles con grano, es una labor que rezuma amor por Tegueste.