Les presentamos el primer artículo de la serie «Cosas del Barranco», que el historiador Tomás Rodríguez ha tenido el gusto de compartir con nosotros. Prebendado Pacheco y los restos arqueológicos guanches , La cueva del Milagro, El Cuchillo y El Agua de Dios , El Eterno Retorno, Las espadas del barranco de Milán,… crónicas que nos fascinarán.
por Tomás Rodríguez Rodríguez∗
Hace unos meses, cayó en mis manos el libro, “Pereira Pacheco, párroco de Tegueste”. IV premio de Investigación Histórica Prebendado Pacheco, de los autores Juan Alejandro Lorenzo Lima y Manuel Jesús Hernández González. Editado por el Ayuntamiento de Tegueste a principios de 2016. Un libro muy bien documentado, de dos investigadores ya contrastados. De su lectura me surgieron algunas cuestiones como la que encabeza este artículo.
Esta cuestión me llamó mucho la atención, hasta ahora en los textos sobre el Prebendado Antonio Pereira Pacheco (1790-1858), se ha hablado de su legado cultural en el amplio sentido de la palabra, sus obras literarias, la creación de la primera escuela de Tegueste, la Alhóndiga, El Cementerio,…. Y lo que Juan Daniel Darias llamó “sus papelotes”,(Darias, J.D. 1990, pág. 310), repartidos en varias colecciones, tanto privadas como en Instituciones públicas. De estos papelotes se realizó un inventario que publica ampliamente Emma González Yánez y Manuela Marrero Rodríguez en su obra: “El Prebendado don Antonio Pereira Pacheco” (1963)[1]. No ocurre lo mismo con su “gabinete de curiosidades”, que tanto éxito tuvo entre los veraneantes y visitantes de Tegueste, a mediados del S.XIX. Este Gabinete que nunca llegó a terminar de montar en Tegueste, bien por falta de espacio, bien porque se enfrentó en sus últimos años de vida a una larga enfermedad; comentaba que lo tenía repartido entre su casa de Tegueste y la del marido de su sobrina Cayetanita, su “compadre” Pedro Bueno, en La Laguna[2]. Así le comentaba en una carta a Alvarez Rixo en 1850.
Los autores citados en el encabezado nos comentan claramente que: “Sabemos por la documentación, que Antonio Pereira poseía en su casa de La Laguna una importante colección de curiosidades recopiladas en sus viajes, tanto americanos como peninsulares. Esta colección, traída en parte en su desplazamiento a Tegueste en 1842. (Lorenzo Lima, J.A; Hernández González, M.J. 2016, pág. 310). Además concretan que se trataba de un material “arqueológico, pétreo y natural…”. Antonio Pereira se caracterizó por su innata curiosidad por todo lo que le rodeaba, podemos considerarlo el último clérigo ilustrado. A caballo entre la Ilustración y el Liberalismo, lo que algunos llamaron Catolicismo Ilustrado (Hernández González, M. 2001, pag.13). Su espíritu crítico con lo que le rodeaba, le lleva a analizar los distintos aspectos de la realidad social, económica y cultural del entorno. Viendo en la educación la única vía para salir del ancestral atraso que tenía la región.
Admirador de la obra de Viera y Clavijo, le siguió en su gusto por el coleccionismo y por la recreación del mundo indígena. La formación de los Gabinetes de Historia Natural en el S.XVIII, reunía los especímenes con el objeto de diseccionar el mundo, descomponerlo en sus partes para analizarlo según la razón (Lanzarote, J.M en Farrujia, A.J. 2016, pág. 229). Pereira como buen ilustrado fue reuniendo en su casa libros[3], objetos raros y posiblemente piezas arqueológicas relevantes, que por espacio no llegó a exponer en su totalidad, su casa de la plaza de San Marcos, aunque espaciosa para la época, no reunía las condiciones para el desarrollo de una amplia colección. Seguramente conoció interesantes gabinetes, no solamente en las grandes ciudades que visitó, sino en el ámbito local, en Tenerife existieron un buen número, formados por individuos de las clases sociales ilustradas (aristocracia, burguesía local, letrados, eclesiásticos y militares, funcionarios reales, cónsules, etc.). Algunos casos conocidos son los del doctor Domingo Savignon y Yánez en La Laguna. O la del Mayor Megliorini en Santa Cruz de Tenerife. Estos “Gabinetes de curiosidades”, tenían importantes colecciones de piezas del pasado indígena guanche, mezclados con objetos relevantes de otras tierras, no olvidemos que Canarias a finales del S.XVIII y XIX, se convirtió en lugar de paso obligado para las innumerables expediciones científicas europeas. Este contexto propició el intercambio de objetos. En esta época era de especial interés las momias Canarias, objeto de deseo de cualquier coleccionista.
A pesar de todo esto, es complicado responder a la cuestión formulada en el encabezamiento. Aunque si bien no existe ningún inventario de las piezas concretas del Gabinete de curiosidades de Pereira, en su fondo epistolar, nos descubre cierto interés por el mundo indígena canario. Como buen Ilustrado, siguió con entusiasmo la obra de Viera y Clavijo, y se relacionó con un buen número de intelectuales de su época, entre ellos algunos importantes estudiosos del mundo indígena. Destaca sobremanera su relación con Alvarez Rixo , Sebastián Casilda y conoció la primera obra de Sabine Berthelot. Todos ellos de una forma o de otra aportaron un granito de arena al conocimiento de las formas de vida guanches y tuvieron que influir en la visión de Pereira Pacheco sobre estas cuestiones
1º.- José Agustín Álvarez Rixo.
Con Agustín Alvarez Rixo (1796- 1883), escritor y político portuense mantuvo una relación epistolar muy fluida y larga en el tiempo. Compartían inquietudes por la Historia local y eran igual de críticos en el análisis de la sociedad que les tocó vivir. Es curioso que nunca llegaron a conocerse, pero compartieron una entrañable amistad a través de cartas, se intercambiaron libros, y entre muchos temas, menciones a descubrimientos de importantes hallazgos de cuevas con restos guanches en Tegueste :
«el año 1845 me escribió el Sr. Prebendado D. Antonio Pereyra Pacheco venerable cura del lugar de Tegueste, lamentando la rusticidad destinada de nuestra gente con respecto a los restos de las momias y utensilios de los antiguos Guanches que por casualidad de vez en cuando suelen encontrarse, y dice así la carta. “Nadie me daba razón ni sabía hubiese una cueva donde habitase el Rey de Tegueste: oía por casualidad nombrar un sitio llamado Tagoror, lo encamino y veo hay en él una cueva baja y otra alta, sin duda sus viviendas de verano e invierno: pregunto a algunos viejos si han encontrado en ellas fragmentos de Guanches, y con indiferencia contestan que hasta ahora pocos años, una de ellas estaba cerrada su entrada con una laja y dentro había grandes huesos sobre poyos, calaveras, molinos y cuentas de barro, cuyas cosas los pastores al encerrar ganado en ellas, lo botaban y hacían pedazos. Y aún más: en una cueva eminente en el risco llamado la Atalaya, en la que solamente colgados con sogas pueden entrar, una mujer de Tejina (casada hoy con D. Felipe Carvallo), tuvo la osadía de penetrarla para sacar el polvo que ellos llaman ‘carambola’ con el que abonan las tierras algunos en Tejina, encontróse un cuerpo entero y bien conservado de una guancha, y su ilustración le sugirió la idea de arrojarla desde la entrada hasta verla caer abajo en polvo» (Tejera Gaspar, 1990: 122).
En este extracto de carta fechada en los primeros años de estancia en Tegueste de Pereira Pacheco, podemos observar no solamente un inusitado interés por los restos guanches y su preocupación por su destrucción, sino también por su observación directa. Interroga a los vecinos para satisfacer su curiosidad. Sus primeros años en Tegueste, cuando la salud aún se lo permitía se desplazó a los lugares y pone en práctica su método inductivo, de observación directa.
Estas mismas referencias las recoge en sus Noticias de Tegueste, manuscrito que trabajó hasta 1854 (Hernández González, 2001, pag. 29): “En el Agua de Dios hubo varias en tiempos de los guanches, donde se encontraron vestigios de éstos. Pero las fuertes avenidas de aguas los han arruinado, y algunas que existen sirven para guardar ganado. En una hacienda que es de don José González en dicho sitio llamado Agua de Dios hay dos cuevas, una baja y otra alta que denominan Tagoror, donde se cree habitaba el Mencey Tegueste. En la baja guardaban ganado y en ambas se han encontrado calaveras, huesos, molinos, cuentas y otros vestigios de los Guanches que han desaparecido y mirado con desprecio estos vecinos. Acaso podrá formarse mejor descripción de ella cuando la estación permita examinarlas. “(Hernández González, M. 2001, pág. 92).
Observamos, en esta descripción, “la intención” de Pereira Pacheco de visitar las cuevas para examinar los restos, en cuanto mejore el tiempo, por lo que entendemos que su primera visita se realizó en época lluviosa. Aquí añade la desaparición de los restos. Y comprobamos la coincidencia con la información dada al Historiador Alvarez Rixo, casi 9 años después.
Otro de los aspectos a analizar del extracto es la destrucción de cuevas por las avenidas de agua. Como podemos observar en la Fig. 4, existen algunas cuevas en la actualidad donde encontramos una importante acumulación de restos de aluvión como la conocida como “Cueva de los Ovejeros”, una cueva con unas inmejorables condiciones de habitabilidad, en su momento debió sufrir una inundación que la dejó impracticable.
En esa misma publicación de Noticias de Tegueste, Pereira también nos habla de:
“Hay una grande denominada la Atalaya o Mesa de Tejina, la cual domina los dos lugares de Tegueste, en la que también se han hallado muchos vestigios de los Guanches. En el expresado sitio del Agua de Dios hay otra cueva donde llaman Lagarote, junto a la cima del cerro, de difícil entrada. Tubo también muchos vestigios de los guanches”. (Hernández González, M. 2001, pág.92.).
Lagarote o Lagarete en la actualidad otro lugar emblemático[4], donde a principios de los años 70, se realizaron algunas intervenciones arqueológicas, por parte de Luis Diego Cuscoy, director en aquel entonces del Museo Arqueológico de Tenerife.
2º.- Sebastián Casilda.
Además de su relación epistolar con Alvarez Rixo, en los 16 años que estuvo de titular de la parroquia de San Marcos, Antonio Pereira, cultivó una buena relación con el hacendado Sebastián Pérez Yánez, más conocido como Sebastián Casilda. Indiano retornado, compartió el interés por la historia local con Pereira e invirtió gran cantidad de dinero en la adquisición de objetos para su gabinete de curiosidades. Sobre todo fueron muy conocidas en la época las momias y restos óseos que poseía en su casa de Tacoronte, muy cerca del Calvario. Antonio Pereira conoció de primera mano el gabinete de Casilda, así comentó en una carta a Alvarez Rixo (diciembre de 1853): “cosas buenas y apiñadas y sin clasificación; yo las vi, y como que es pudiente y tiene buena casa, le exhorté para que ordenase un gabinetito. Últimamente tomó el consejo y destinó uno o dos cuartos con buenos estantes, y ahora es visitado de naturalistas. Yo por la inversa desbaraté mi gabinetito lagunero; y por falta de local, tengo en parte en casa de mi compadre don Pedro Bueno y parte en Tegueste, mal puesto”. (Lorenzo Lima, J.A, Hernández González, 2011, pag. 332)
Esta relación cultivada por largo tiempo acarreó la compra o sesión, no se especifica, de algunos idolillos del Perú y otras cosas curiosas que Pereira poseía en su pequeño gabinete y que pasaron a formar parte del museo Casilda .Aunque entendemos que por su delicada situación económica el Prebendado se despojara de algunos ejemplares de su colección.
3º.- Sabino Berthelot.
El tercer personaje en esta relación es Sabino Berthelot. (1794-1880), Naturalista francés. En 1841, publicó su Memoire sur les Guanches. Y entre 1836 y 1850, publica su Historia Natural de Las Islas Canarias. Antonio Pereira no tuvo una relación de amistad con el sabio francés, pero si conoció parte de su obra y pensamiento. Cuestionaba como otros intelectuales de la época, las nuevas ideas de la Antropología francesa, que comenzaban a imponerse en el ámbito de los intelectuales canarios. En 1848 se manifestaba discrepante en una carta a Alvarez Rixo con el que compartía las críticas que se realizaban al sabio francés, pero pedía respecto, para alguien que había dedicado tantos esfuerzos al estudio de Canarias. En una carta al propio Rixo en ese mismo año considera que: “el autor es digno de la gratitud isleña y su posición pide que se le trate con más decoro”, advierte luego que: “no tengo estrechas relaciones con Berthelot, acaso tengo más con el que lo azota, pero confieso que no hace gracia la chanza”. (Lorenzo Lima, J.A, Hernández González, 2011, pag. 313).
Siguiendo esa pauta de Pacheco, Alvarez Rixo, en su trabajo “El Lenguaje de los antiguos isleños[5]”. Realiza un epígrafe donde corrige algunos aspectos de la obra de Berthelot, pero dándole un valor muy importante al autor francés. No tenemos muy claro que Pereira tuviera acceso a dichas obras, o al menos no se encuentran en el catálogo de sus “papelotes”, pero conocía la obra de Berthelot y sus estudios de las antigüedades canarias.
Por el año 1857, Berthelot, Junto con Desiderio Dugour se dirige a Antonio Pereira con el fin de conseguir los retratos para ilustrar una obra inédita de Viera y Clavijo que pretendía publicar. Esta petición no llegó a buen puerto, los argumentos de Antonio Pereira fueron rotundos, viendo este asunto como un aprovechamiento de su esfuerzo para ilustrar su Colección de Canarios ilustres. En una carta a Álvarez Rixo, en octubre de 1857, le explica el gasto y el esfuerzo que le ha costado conseguir esos retratos Y se expresa diciendo: “A un tunante, tunante y medio”.
Como hemos podido observar Antonio Pereira Pacheco conoció, directa e indirectamente los restos de la cultura guanche, ya sea a través de colecciones de gabinetes de curiosidades, de la observación directa de las cuevas del Risco del Lagarete y Tagoro; como a través de las nuevas corrientes teóricas que fueron influyendo en las interpretaciones del mundo guanche, en ello influyeron figuras como Sabino de Berthelot. Criticó la desidia con la que los campesinos del lugar miraban los restos guanches y como se destruían, aconsejó a su amigo Sebastián Casilda que ordenara su colección de curiosidades y que organizara a modo Gabinete de Historia Natural, ya que tenía medios y espacio, por el que ya pasaban numerosos naturalistas que visitaban la isla. Desde luego queda demostrado que fue un hombre sensible con los restos del pasado más remoto de las islas, un auténtico defensor del Patrimonio (en términos del S.XXI). Su Gabinete de curiosidades, posiblemente estaba basado en objetos traídos de sus viajes de Ultramar, Península y adquisiciones extrañas, así como una buena colección de libros y manuscritos. En la correspondencia que se conserva no existen referencias directas a adquisiciones de piezas de factura guanche, lo que no quiere decir que no las tuviera. La inexistencia de un inventario o conservación de documentos de adquisición de piezas de distinta naturaleza, nos dejan sin responder a la cuestión inicial de forma contundente, pero el contexto de la época, las relaciones personales de Pereira, sus gustos, su curiosidad innata nos llevan a pensar que algunas piezas de su “gabinetito” tendrían factura guanche.
∗ Licenciado en Geografía e Historia de la ULL.
[1] En los inventarios, además de sus innumerables escritos aparecen obras sobre Historia de Canarias y sobre el mundo indígena: “Historia de Canarias, por J.N. Núñez de la Peña, Madrid 1776”. “Conquista de Gran Canaria, por el Padre Sosa, 1616, manuscrito”, “Excelencias y antigüedades de las Islas Canarias, por P. del Cristo. Xerez 1679”. “Conquista y Antigüedades de Tenerife, por el P. Espinosa, 1591, manuscrita”. “Disertación histórica sobre la Conquista de las Canarias, por Sr. Porlier, 1755, manuscrita”. “Historia de Canarias, por Viera y Clavijo, Madrid 1772”. Entre otros títulos.
[2] Desde 1823 hasta su llegada a Tegueste en 1942. Residió en una casa en la C/ La Caza nº15, en La Laguna, una vez instalado, se dedicó: “a la continua colección de curiosidades del país, tanto de sus antiguas memorias como de sus modernos sucesos y objetos naturales y artísticos, con los cuales, agregados otros raros y exquisitos que trajo de América, formó un curioso gabinete que desde entonces han visitado con gusto y provecho los viajeros extranjeros , quienes no suelen hallar en otras librerías estériles de las islas lo que generosamente se les franquea en casa de dicho señor. ….( Marrero Rodríguez, Manuela; González Yánez, Emma: “El Prebendado don Antonio Perera Pacheco”. Instituto de Estudios Canarios. La Laguna. 1963. Pag. 60.
[3] Lo que se conserva en la actualidad es su legado manuscrito e infinidad de dibujos, repartidos en distintas colecciones, como la de Álvarez Rixo, donada a la ULL, o la particular de Francisco González Melián en Tegueste, en los archivos de la Real Sociedad Económica de Amigos del País en La Laguna, entre otras.
[4] Luis Diego Cuscoy realizaría su última excavación en el Barranco Agua de Dios en el año 1972, excavación que no se llegaría a publicar. El manuscrito de dicha excavación conservado en el Museo Arqueológico del Puerto de la Cruz, fue publicado en Soler Segura, J; Caamaño, F; Rodríguez, T. : Excavaciones en la Memoria. 2011. Ayuntamiento de Tegueste.
[5] En Alvarez Rixo, j. A.: “El lenguaje de los antiguos isleños” Edición, con estudio y notas por Carmen Díaz Alayón y Antonio Tejera Gaspar. Ayt. Puerto de la Cruz, CCPC. 1991.
BIBLIOGRAFÍA
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DARIAS HERNÁNDEZ, J. D. 1982: Tegueste, rincón olvidado (Historia, leyenda y
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–: 1990: Tegueste, crónicas de mi pueblo. Santa Cruz de Tenerife, 367 pp.
–: 2004: Tegueste. Un repaso a través de la historia (Auxiliado por la Cartografía).
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FARRUJIA DE LA ROSA, A. JOSÉ (Ed.): Orígenes. Enfoques interdisciplinares sobre el poblamiento indígena de Canarias. Ed. Idea 2015. 339 pp.
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MARRERO RODRÍGUEZ, MANUELA; GONZÁLEZ YÁNEZ, EMMA: “El Prebendado don Antonio Perera Pacheco”. Instituto de Estudios Canarios. La Laguna. 1963. 203 pp.
PEREIRA PACHECHO, A. 2001 [1855]: Historia de Tegueste de Antonio Pereira
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SOLER SEGURA,J.; PÉREZ CAMAAÑO, F. RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, T.: “Excavaciones en la Memoria”. Ayuntamiento de Tegueste. 2011. 250 pp.
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VVAA,: “Enigmas y Tesoros de Canarias. El misterio de Cabeza de Perro”. Ed. Herques 2014 . 319 pp.
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