Zenaido Hernández (periodista, esposo de ex alumna de la Asunción)
3 de junio de 2024
Las ceibas seguirán dando sombra
Autoridades:
Sra. Alcaldesa Dña. Ana Rosa Mena de Dios,
Sr. Primer Teniente de alcalde, D. Norberto Padilla
Srs y Sras miembros de la Corporación Municipal
Excelentísimo y Reverendísimo Sr. Obispo Don Bernardo Álvarez
Hermana Cristina Massó, superiora de la Congregación Religiosas de la Asunción.
Hermanas asuncionistas de la Comunidad de Tegueste: Lola, Ángeles, Amalia, Mercedes y Ruth
Sr. Párroco de Tegueste Don José Manuel García Matos
Sr. Capellán de las RR de la Asunción Don Agustín León
Miembros del Consejo Parroquial, de las Hermandades y Cofradías, vecinos y amigos todos
Muy buenas tardes.
Hoy es un día un tanto agridulce, de acción de gracias y de fidelidad a un compromiso, el de las Religiosas de la Asunción que tan honda huella han dejado a su paso por este municipio.
Asumo con mucho gusto el cometido que me han encomendado. Lo hago con absoluta voluntad y escasos conocimientos, por lo que desde estos momentos ruego disculpen cualquier error en el recorrido histórico que pretendo ofrecerles, partiendo de las referencias consultadas.
En octubre de 1903, hace ahora 121 años, habiendo transcurridos 63 años de la fundación de la Congregación Religiosas de la Asunción y solo cinco del fallecimiento en París de su fundadora, la santa María Eugenia Milleret, llegan a Canarias, procedentes de Bélgica, las cinco primeras hermanas que tienen por cometido iniciar su labor en la capital de Tenerife, que pronto harán en el barrio del Toscal, ocupando una vivienda propiedad del juez Miguel Díaz Llanos, en la calle de Santa Rosalía desde la que da comienzo su labor educativa. Contaban con el beneplácito que les otorga el obispo de Sion y Patriarca de las Indias Jaime Cardona y Tur, que había promovido la solicitud que previamente hizo el entonces obispo de la diócesis de San Cristóbal de La Laguna, el burgalés Nicolás Rey Redondo, el considerado artífice de la nueva catedral, que consagró diez años más tarde de la referida llegada de las continuadoras de la obra de María Eugenia Milleret.
Las religiosas asuncionistas portan en su mochila la firme convicción de que solo la fe y el evangelio tienen el poder de transformar, de avanzar hacia una sociedad más justa, considerando a la mujer como agente y pilar para alcanzar ese cambio, en el seno de la familia y en la sociedad. La trilogía de los valores que la Madre María Eugenia estableció como faro y semilla en su labor se condensan en La Verdad, innegociable principio, avanzando con su defensa a lo que considera cristianizar las inteligencias; en La Bondad, cuidando la sensibilidad, el sentimiento, y dando firmeza a la voluntad, y La Belleza, que hace percibir la armonía, trascendiendo en el respeto a lo que nos rodean, y enlazada con sobriedad y mesura…
Del estudio “Alfabetismo y Escolarización en Canarias”, de la doctora Teresa González, profesora de Historia y Filosofía de la Ciencia de la ULL, tomo unas referencias que nos ayudan a entender el estado en que se encontraba nuestro Archipiélago al inicio del siglo veinte. Permítanme que cite previamente la creación en 1900 del Ministerio de Instrucción Pública, que vino a dar vía libre a la tarea de hacer frente a la escandalosa falta de escolarización que asolaba al País, y con ello su empeño de acometer sin demora la alfabetización. El retraso escolar del Archipiélago era más que notorio. “En 1910 la tasa oficial, que recogía a los que no sabían leer y escribir, ascendía al 74,30%. Es decir solo uno de cada tres canarios podía considerarse alfabetizado. En 1920 la tasa media de analfabetismo era del 69,4, ocupando Canarias el penúltimo lugar del Estado, y evidenciando el atraso cultural y educativo en el que estaba inmersa nuestra población”. Nos atrevemos a decir que aquellos alumnos, los que escasos años después de que finalizara la Primera Guerra Mundial iniciaron la famosa fuga de San Diego, eran “Cráneos privilegiados”, como dijera Ramón del Valle Inclán. La sociedad comenzaba a retomar el pulso económico, que prevalecía desacelerado por el fragor de la guerra: escasez de productos de primera necesidad, hambre, mayor índice de emigración a Cuba. El abastecimiento de carbón pasa del millón y medio de toneladas a poco más de 20.000, el mercado del plátano desciende de 3,4 millones de huacales a solo medio millón…
El Obispo Rey Redondo (1894-1917), que tuvo a su lado con absoluta dedicación al deán Luis Palahí, se interesó muy pronto por la situación religiosa y de la enseñanza en las islas y propicio la llegada de importantes órdenes religiosas. Fruto de su empeño fue el arribo de los misioneros claretianos, los padres paules, las dominicas, la asunción… El prelado llega a decir “cuanto más estudio el estado religioso de estas islas, más me convenzo de la imperiosa necesidad en que se encuentran los Misioneros que la evangelicen, pues a consecuencia de la falta de clero, la fe está así muerta en muchas partes y cunde la relajación de costumbres en todas”.
Como hemos dicho, las religiosas asuncionistas se instalan en una vivienda santacrucera, que alquilan y solo unos meses más tarde inician su tarea educativa, con la convicción de que la fe y el evangelio les abre caminos para transformar y crear una sociedad más justa. Están convencidas de que los cambios han de partir de la mujer como agente de esa transformación, en el seno de la familia y de la sociedad. Cuentan con 26 alumnas y sus aspiraciones apuntan a mayores mentas pues su proyecto es contar con un colegio que ofrezca la adecuada estructura, acorde a las necesidades. Inician contactos para adquirir una propiedad, por lo que al siguiente año, partiendo de la aceptación y las limitaciones del primer inmueble, y contando con el apoyo del prelado
nivariense, deciden trasladarse a la finca de San Diego del Monte, en las instalaciones del Convento de San Diego del Monte, que desde 1821 (Trienio Liberal) había iniciado su peregrinar a las manos privadas. Esa obra la propició el tinerfeño Juan de Ayala y Zúñiga, que en 1615 decide, mediante testamento fechado en Garachico, que sus bienes se destinen a la construcción de un convento de frailes recoletos descalzos de la orden de los menores franciscanos, que debía fundarse en La Laguna dentro de los primeros cuatro años de su muerte. Juan de Ayala había fallecido en México. Así nace el decimoséptimo convento de la orden seráfica en la provincia de San Diego de Canarias, inmueble inserto entre el arbolado y el aroma, atributos que van a recrear su mística quietud, “rodeado de brezos y leyendas, envueltas en hojas de encina”, como destaca el intelectual José Rodríguez Moure y el también clérigo Graciliano Afonso, plasmado en la imprescindible Guía Histórica de La Laguna y en las Leyendas Canarias, invitándonos a deambular por los umbríos senderos para deleitarnos del paisaje, del espacio que ocupara la Casita del Siervo de Díos, con descanso en el Vía Crucis, en el universo de magia y taumaturgia que en opinión del consultor y articulista Juanca Romero impregna al llamado Muro del Diablo, de ahí la convocatoria de lo que han dado en llamar Aquelarre de San Diego, ruta que atrae a grupos de personas que se adentran en el esbozo de la cultura popular, entre leyendas que nos sitúan frente al paraíso de las brujas y santiguadoras, a los paseos donde prevalece el reconocido quehacer, con ecos de éxtasis, de entrega generosa y el avance milagroso, que distinguió a Fray Juan de Jesús Hernández y Delgado, nacido en Icod de los Vinos hace más de 400 años y que profesó como lego en este convento, contando desde 2010 con una Asociación de laicos Amigos de Fray Juan de Jesús con el propósito de profundizar en el estudio de sus virtudes, su obra y prodigios y poder rescatar del olvido su ejemplar vida espiritual. El primigenio aislamiento del convento y la frondosidad de su entorno se hicieron merecedores de puntuales elogios por parte de escritores y viajeros, cabe destacar entre ellos a la británica Olivia Stone, o los poetas Diego Estévanez, Hernández Amador, o Carballo Wangüemert.
Allí dejaran también su huella indeleble las religiosas asuncionistas, pues como vamos apreciando su historia en Tenerife está inmersa en un relato de traslados.
La escala temporal en San Diego del Monte de las monjas asuncionistas, en el exconvento franciscano, les permite disponer de internado, y cubrió el tiempo de espera mientras se construía en Santa Cruz su Colegio. En 1906, cuando llevaban tres años allí, reciben la visita del rey Alfonso XIII y de su séquito en el que figura en lugar destacado los recién casados infantes María Teresa y su consorte Fernando de Baviera, con su hermana María de las Mercedes. La superiora había sido profesora de la infanta en el Real Colegio Santa Isabel-La Asunción, en Madrid, institución de sólido arraigo, inserta en el hoy llamado Triángulo de las Artes, abierto al barrio de las Letras, con tres líneas desde Infantil (3 años) hasta 4º de Secundaria (todas ellas concertadas). Además dispone de un aula mixta de Enlace (acogida a inmigrantes para enseñarles castellano) 2 de compensatoria y 2 años de diversificación. El bachillerato, que es privado, oferta dos líneas por curso. El Colegio había contado con el decidido apoyo de Alfonso XII y en especial de la reina consorte María de las Mercedes.
Como hemos citado, es desde esos iniciales momentos que la Congregación muestra interés por situarse en la capital de la isla. Por ello inician negociaciones para adquirir una propiedad y cuentan con la sesión de terrenos por parte de la familia Beautell, tierras de cultivo próxima al barranco de Santos al Monturrio que pasaría a denominarse barrio Duggi, junto al entonces llamado Camino de las Costa. La familia Beautell, de origen francés, construía en esos años su casa principal, villa de recreo, frente al Colegio, con proyecto del arquitecto Mariano Estanga, con interior de inspiración nazarí, que pasó tras la guerra civil a ser propiedad municipal, albergando la sede los Auxilios Sociales y la guardería, función esta que continua prestando en la actualidad. Era alcalde de la capital Juan Martí Dehesa. El colegio de la Asunción se emplaza frente a la vivienda de los Beautell, siguiendo las líneas que fijan los arquitectos Mariano Estanga y Antonio Pintor y será su ejecutor el capitán de ingeniero José Ángel Rodrigo Vallabriga y Brito, autor por igual de la Catedral de Los Remedios, sede de la diócesis de San Cristóbal de la Laguna, que construye con la entonces innovadora técnica del hormigón armado, el ferrocemento, siendo esta la primera catedral del mundo alzada con este material.
El colegio en San Diego permaneció abierto hasta 1915, fecha en la que la Asunción inicia su labor en una nueva sede: la Casa de Los Cólogan, en La Orotava, que prolongan hasta 1921, por tanto durante seis años. Mientras, las obras en Santa Cruz siguen adelante y a buen ritmo. Lo aprecian prontamente pues ya en 1905, en unos meses, la promotora Sociedad de Edificaciones y Reformas Urbanas había concluido la primera fase. La Guerra Mundial marca un parón y surgen reformas sobre el inicial diseño, las que aporta desde Madrid el arquitecto Aguado. El trazado neogótico, magnifica muestra de la corriente neo historicista que imperaba en el momento, y las excelentes vidrieras de la capilla, el tríptico que copia el existente en las asuncionistas de Paris, con la anunciación, el nacimiento y la ascensión, de la firma francesa Mauméjean, son entre otros elementos signos sobresalientes del inmueble, que mereció ser declarado BIC en 1986. El artista Alfredo Reyes Darías, que fuera Delegado Provincial de Bellas Artes, recordaba que las religiosas habían traído desde Francia la que sería primera piedra del inmueble.
Las obras del colegio santacrucero concluyeron en 1926, cinco años después de que suspendiera su actividad el colegio de La Orotava y once del de San Diego. Se entiende que desde 1909 la educación que imparten las hermanas asuncionistas avanza de forma continuada en la capital de la isla, contando con espacio para las alumnas cuyas familias costeaban directamente las matrículas y con una escuela gratuita, que respondía a la necesidad imperante, pues cabe citar que en esos años prácticamente no había grupos escolares para las familias menos favorecidas. Lo confirmaba la realidad circundante al Colegio, con ejemplos vivos de la enorme desigualdad como se apreciaba por las familias que habitaban en las cuevas del vecino barranco. Citamos que el primer intento serio por parte del Ayuntamiento de establecer una escuela pública en condiciones se produjo en 1899, culminado el Grupo Escolar del Norte, que pasó a denominarse Onésimo Redondo, hoy El CEIP La Rosa, en frente al Hogar Escuela de las salesianas de don Bosco. El vecino colegio del Duggi, en El Monturrio, inicialmente dedicado al científico Blas Cabrera Felipe y bautizado como San Fernando, inició su actividad en 1932, coincidiendo en esa década con los de Salamanca y El Cabo.
La semilla asuncionista se extiende con su acrisolada vocación misionera hacia Tegueste, donde comienza germinar en 1943. En 1966-67 se enraíza en el barrio de La Alegría. Lo hace en 1972 en el Barrio de La Salud, en San Matías- Taco y en Granadilla.
En el primer asentamiento urbano del macizo de Anaga, en el barrio de La Alegría, las hermanas Laura, Isabel Vargas-Zuñiga y Manuela Paruas se disponen a entregar su opción de apostolado. Habían prontamente detectado las carencias educativas y asistenciales de todo tipo que existían en la zona. Muchos niños estaban sin escolarizar pues la situación de las familias, en su mayoría procedentes de La Gomera, siendo ellos trabajadores portuarios y sus esposas prestando servicios domésticos, encontraban dificultaba para llevarlos hasta el colegio Fray Albino, en la Rambla, y temían que si les dejaban solos en el trayecto tenían que sortear el tráfico, con los peligros que ello comportaban Las religiosas contaban con la ayuda de un grupo de alumnas que acuden en las tardes y noches a dar clase de alfabetización y de apoyo escolar en el local de La Escuelita de doña América, hasta que en 1968 pasan a disponer de un terreno, cedido por la empresa Unión Explosivos Rio Tinto- hoy Canarias Explosivos, firma que se había asentado en la zona con su labor extractiva en la cantera de La Jurada. En 1971 la comunidad de religiosas de la Asunción se consolida en el lugar y extiende su labor en toda la zona, hasta Igueste de San Andrés. El proceso seguido en el lugar, de adaptación a las exigencias y normativa de educación, se consolida dando continuidad a la formación integral de los vecinos, y da pie a la construcción de un centro Socio Cultural que comienza funcionar en 1995. Las Religiosas de la Asunción no han cesado de trabajan directamente allí en el desarrollo de actividades para niños y adultos, apostando por escoger la vida y cuidar de ella, como expresó Santa María Eugenia en el deseo de transformar la sociedad y la familia, con los valores evangélicos, y extender el Reino de Dios.
En 1972 las Religiosas de la Asunción se instalan también en Granadilla de Abona, abarcando la formación en preescolar y en el recién creado Instituto. Abordan por igual la labor de catequesis y de animación de las parroquias. Su acción pastoral se prolonga hasta 2003 y cabe decir que semilla continúa a través del grupo de Asunción Juntos con su avance en el Camino de la Vida.
La presencia asuncionista en el barrio santacrucero de La Salud se desarrolla en los años 1972-1975. La comunidad asume el compromiso de participar en la educación desde el el grupo escolar, atendiendo a niños y jóvenes y colaboración con la parroquia en las labores de liturgia. Por esos años se instalan igualmente en el barrio de San Matías-Taco, participando en el diseño del proyecto de integración social Ataretaco.
Y llegamos a Tegueste, con la adquisición en 1943 de una finca, la Quinllama, en la bella campiña de clima benigno, en una zona de interés vitivinícola y de agricultura tradicional. La Comunidad se había expresado años antes su deseo de disponer de un espacio que le permitiera realizar actividades en un marcó diferente al que encontraba en la vida cotidiana, y que aportara el necesario sosiego para superar los rigores del verano santacrucero. El terreno reunía esas condiciones pues era apto para el encuentro con alumnas y profesores, permitiendo momentos de retiro, tiempos dedicados a la reflexión y a la oración. La hermana Olga Tacoronte, que nació en la histórica casona de Los Laureles de Tegueste había despertado en la comunidad el interés por su lugar de procedencia y durante los veranos solían acudir a Pedro Álvarez, colaborando en las catequesis. Merece igual mención en este apresurado recorrido la figura de su hermano Alejandro, que ingresó como misionero en la Congregación Oblatos de María Inmaculada y fundó en Badajoz el centro Nuestra Señora de la Asunción, con el empeño de escolarizar a los niños y niñas. Un colegio con más de 50 años de actividad lleva el su nombre, Padre Tacoronte, así como una importante avenida en la capital extremeña..
Bajo la advocación de San José celebran las Religiosas de la Asunción el inicio de su fundación teguestera, colocando la primera piedra, en una ceremonia sencilla y sobria a la par que plena de ilusión y de esperanza. La falta de materiales se suple con ocasionales apoyos y el julio, con la visita del obispo Fray Albino González y Menéndez-Reigada, queda bendecida la capilla del convento y se procede a la apertura de otras salas, acogiendo las instalaciones a un grupo de hermanas del colegio santacrucero que optan por trasladarse allí en pleno agosto.
La actividad continúa y será a partir de 1973 y con mayor peso en 1977 cuando tras el cierre del colegio de Santa Cruz parte de la comunidad se traslade a la Casa de Tegueste, lo que supone en la práctica la reapertura de las instalaciones con la decidida inserción de estas religiosas en las actividades pastorales del pueblo. En agosto de 1977 la comunidad contaba con nueve hermanas: María Josefa Ignacia, Rose de L´ Enfant Jesús, Maria Benedetta, Soledad María, Eladia, Carmen, Ciriaca, Ludivina, Elvira, y pronto se añadiría Sr. Beatriz. Los anales de la comunidad recogen que el 27 de agosto en eucaristía en San Marcos el párroco Miguel Ángel Cedrés presenta a los fieles a las religiosas diciendo que se insertaban en el pueblo para ayudarles. En septiembre comienzan a impartir enseñanzas, comenzando por las clases de taquigrafía.
En el transcurso de los años se irán incorporando otras religiosas: Teresa Cullen, Visitación, Lola Olañeta, Dolores Sarasola. Tras dos años de espera el Ayuntamiento les otorga permiso para construir el nuevo edificio. La ampliación de la carretera, con su nuevo trazado, cercena parte de la parcela y afecta directamente al acceso que hasta el momento tenía el convento. Será en 1982 cuando se bendiga la nueva casa, que correspondió al párroco Miguel Pérez Álvarez.
Sería especialmente prolijo y con ello abusaríamos mucho más de su atención si nuestro relato siguiera abundando en otros datos que relatan el acontecer de la amplia vida y labor que a lo largo de más de medio siglo han desarrollado las asuncionistas en Tegueste Los Anales de la Comunidad constituyen un tesoro documental de primer orden, en los que se relacionan los principales acontecimientos, como fue el fallecimiento de don Atanasio, el encargado de la finca que realizó su labor durante más de 50 años, y al que ha seguido don Félix. Animamos a los responsables del Archivo, que tan excelente labor realizan y que plasman entre otras acciones en el ejemplar Boletín del Archivo Municipal de Tegueste, pionero en esas lides en Canarias, y al propio Ayuntamiento para que pase a disponer de un Cronista Oficial y se interese por dejar constancia de esa importante capitulo en el devenir histórico de la Villa.
Retornemos pues al cierre del Colegio de la Asunción en Santa Cruz de Tenerife, en 1977-78, hecho que va a suponer un paso importante en el devenir de la labor que las Religiosas de la Asunción desarrollan en Tenerife. La apertura, el avanzar con los nuevos tiempos que cobra mayor impulso a raíz del Vaticano II, el concilio para la esperanza, que había concluido una década antes, y las exigencias que la legislación educativa impone, hacen que resulte allí insostenible la continuidad de la labor docente. Buena parte de la comunidad se traslada a Tegueste y consolida allí su vocación de servicio a la colectividad vecinal, colaborando en las catequesis, clases de religión en las escuelas, apoyando las enseñanzas que imparte radio Ecca. La biblioteca de la comunidad se pone al servicio de los jóvenes, en su mayoría universitarios, al tiempo que trabajan con grupos de jóvenes y de niños, e imparten para los adultos clases de cocina, de costura, de mecanografía… La labor se intensifica a través de las parroquias de San Marcos Evangelista y del Sagrado Corazón de Jesús, en Pedro Álvarez, colaborando en diferentes grupos: Caritas, Lectio Divina y otros.
En el amplio recinto de la finca se construye un inmueble de estilo canario, que permite atender con mayor holgura las actividades de convivencia y ejercicios espirituales. Esa unidad se ha puesto a disposición de la Asociacion Solidaria Mundo Nuevo, que en la actualidad acoge a inmigrantes menores, los llamados menas.
Plenamente convencidas y sostenidas en su fe, con la vocación inquebrantable, al igual que las primeras religiosas que llegaron a la Isla, hoy las hermanas asuncionistas dan un nuevo paso adelante, con la seguridad de que hay que seguir remando mar adentro. Han sembrado una semilla que ya es árbol.
Traigo al imaginario común la ceiba, el altivo árbol que enseñorea su estampa junto al cerramiento del colegio santacrucero, dando sombra hacia la calle San Sebastián, frente a la puerta del Estadio Rodríguez López. Lo hace en el solar otrora finca y luego centro educativo que pasó a ser Parque Cultural con el nombre del clérigo y polígrafo canario Viera y Clavijo, tras su cesión al Ayuntamiento de Santa Cruz, con el firme compromiso de que esa parcela se destinara a fines educativos.
La ceiba, considerado árbol sagrado por los pueblos de Mesoamérica, goza del reconocimiento como símbolo vegetal de Guatemala, la tierra en la que ejerció su labor benéfico-pastoral nuestro Santo Hermano Pedro, pudo llegar a la isla de la mano de alguna religiosa asuncionista en su retorno misionero. Existen muy pocos ejemplares de esta especia en Canarias. Citamos el existente en Güímar, el de don Arístides, y otra ubicada en el espacio de las asuncionistas de Tegueste. La Ceiba en Tenerife consolida su propuesta misionera con el esquisúchil, el árbol del Santo Hermano Pedro de Betancur.
Quiero citar que la semilla de la Asunción, desde su colegio santacrucero, favoreció el germinar de la parroquia de María Auxiliadora, pues desde 1992 y con el nombramiento que obispo Felipe Fernández otorgó a don Jorge Fernández, como párroco, tuvo allí su sede provisional, que extendió hasta el año 2000 en la que el Duggi paso a disponer de su actual templo en la calle Serrano, que se prepara para celebrar el próximo año sus bodas de plata. En esos años el Parque Cultural albergaba la sede en Canarias de la Universidad Menéndez Pelayo, el Conservatorio de Música, las Aulas de la Tercera Edad, la Concejalía de Cultura, con sus talleres, la Escuela Municipal de Folclore y disponía del Teatro Pérez Minik. Toda una ingente labor cultural se vio cercenada con la promesa de una pronta restauración, proceso de inexplicable oscuridad que quedó sumido en el silencio al verse alargado en el tiempo. Ese paréntesis afortunadamente ha concluido, no sin antes habernos sorprendido con el anuncio de albergar por extensión una proyección del Museo Rodin y, por último, asumiendo las obras de restauración que ha proyectado el arquitecto Fernando Menis y que prometen concluirán el próximo año. En el inicio de los actuales trabajos un grupo de niños, en su mayoría nietos de las alumnas que cursaron estudios en el Colegio, plantaron un nuevo ejemplar de ceiba, todo un símbolo que reitera la proyección misionera de las religiosas asuncionista y el arraigo que han alcanzado en el corazón de Tenerife.
Quiero citar por último que un amplio grupo de ciudadanos ha pedido que capilla del Colegio, que como hemos dicho posteriormente albergó durante más de una década de manera provisional la parroquia de María Auxiliadora, no pierda su carácter sacro, asumiendo que por exigencias del proyecto pudiera acoger igualmente otras actividades, proponiendo que, en consonancia con el origen y antecedentes históricos, sean en todo caso estas de índole cultural.
En Tegueste estamos seguros que sucederá otro tanto. La huella asuncionista está poderosamente arraigada, como las raíces de las ceibas. Un nuevo tiempo ha comenzado y avanzamos en él con la firme convicción de que la fe y el evangelio seguirán siendo el fiel horizonte de las religiosas asuncionistas.
Todos estamos llamados a ser luz y sal. Hemos de vestirnos de evangelio y tener nuestras sandalias dispuestas.