Les presentamos el segundo artículo de la serie “Cosas del Barranco”, que el historiador Tomás Rodríguez ha tenido el gusto de compartir con nosotros.
Tomás Rodríguez Rodríguez.
Licenciado en Geografía e Historia ULL. Especialidad Historia.
Los valles de Tegueste y el Portezuelo-Socorro, ofrecen desde un punto de vista geomorfológico y climático un espacio ideal para el desarrollo del bosque termófilo y sus especies asociadas, como es el caso de los dragos. En época guanche el territorio debió sufrir una importante transformación, debido a las actividades principalmente ganaderas, recolectoras y agrícolas. Las altas densidades de población que debieron existir en la comarca, contribuyeron a una importante reducción de los bosques termófilos.
Tras la conquista castellana, comienza una nueva ocupación del territorio que sustituye la propiedad colectiva indígena gestionada por el Mencey, por la propiedad privada castellana, reflejada en las datas de repartimiento. El primer documento que conocemos sobre la existencia de dragos en Tegueste, corresponde a una data de 1497, donde se le dan unas tierras a un guanche de 12 años, y que corresponden a la zona del topónimo a tratar:
“En XVI del mes de agosto de XCVII años. Este dicho día fue el señor alcalde mayor, Francisco Corbalán, por mandado del governador Alonso de Lugo, fue a dar a Francisco de doce años, hijo de Mayorga, vnas tierras que son en Tegueste, desde la montaña Rooga por los çarçalejos que están a mano isquierda del camino, todo el balle hasta los dragos que están en el camino baxo, aguas bertientes, porque están en la montaña a la mano derecha hasta (blanco) de palmas cortadas, lo qual se dio en presençia de mi Alonso de la Fuente, escribano público y son testigos: Juan de Tegueste, guanche, el çapatero, e Francisco esclavo.”(Serra Rafols, 1978, TIII. 93r).
En ella se nos comenta la fijación de población guanche en la zona de los pagos actuales de El Lomo, Mederos, El Infierno. Apareciendo como testigos, dos guanches de Tegueste Juan de Tegueste, esclavo de Guillén Castellano y Francisco esclavo de Pedro López de Villera. Este dato es importante ya que, junto con otros que analizaremos al final del texto suponen, la causa principal, de la conservación de algunos topónimos amazigh en este espacio.
En ese mismo año el poblador Francisco de Medina recibió del Adelantado, el 28 de octubre, una data que Juan Daniel Darias, ubica en la zona de la Cordillera, lindando con El Boquerón y donde aparece también la figura de un drago como elemento referencial del paisaje ( Darias, J.D. 2004, pag. 185-186):“ (….)e asimismo las dichas tierras van a ver de dos cabeças desde encima de una cumbre de un cerro, a donde está un drago, cima del mesmo cerro, e viene derecho a dar a un monte que está cabe un raso que sale a dar en derecho de las cuevas que agora son de Villera…”
Como se puede observar la zona del valle del Portezuelo-Socorro contenía a finales del S.XVI un buen número de ejemplares de dragos.
Algunos siglos después, en 1796, una expedición científica francesa con destino a Las Antillas, hizo escala en Tenerife para salvar una tempestad. En ella viajaba el naturalista André Pierre Ledru (1765-1825). Su estancia se alargó casi medio año, y fue aprovechada para conocer en profundidad la isla, entre los lugares que visitó se encuentra Tegueste y Tejina. Su entrada en el valle se produjo por el Portezuelo y extractamos su breve descripción:
“Tegueste está situado sobre los bordes del mar, a dos leguas y al oeste de La Laguna. Después de haber seguido durante una hora la carretera que conduce a Tacoronte, ésta se abandona para descender a un valle situado a la derecha. Este nuevo camino es muy malo y tiene números precipicios hechos por los torrentes. Tegueste, cuya población era en 1776 de 846 habitantes, goza de una temperatura deliciosa. He visto un gran número de dragos diseminados en sus campos.
Anteriormente la resina que se extraía del drago era objeto de un importante comercio. Pero los habitantes descuidaron sustituir, haciendo nuevas plantaciones, los viejos árboles agotados por estas frecuentes sangrías. Esta fuente de ingresos cesará pronto. Quizá no existan en toda la isla más de 50 dragos….”(Ledru, 1991, pág. 63).
En este texto, Ledru destacó la presencia de esos dragos que desde finales del S.XV ya servía de hitos en el paisaje. Después de visitar Tejina y describir los frutales y las viñas, emprende viaje a La Laguna por la carretera de Las Canteras, en los bordes del Barranco Agua de Dios:
“La carretera de Tejina a La Laguna se extiende a lo largo de un barranco profundo, que en algunos lugares es incluso horroroso y que presenta bonitas cascadas. Las pendientes están cubiertas por una infinidad de vegetales que el botánico más temerario no se atrevería a intentar coger.” (Ledru, 1991, pag. 63).
Desde mediados del S.XVIII, eran muy frecuentes las expediciones científicas por todo el mundo. Las grandes potencias coloniales, Inglaterra, y sobre todo Francia, tuvieron en Canarias un punto muy importante de paso y aclimatación para estos viajes. Lo que se reflejó en un buen número de publicaciones sobre las islas. Propiciadas además, en el caso de Francia, por los pactos de familia realizados por los Borbones y más tarde con la Francia Revolucionaria.
Los dragos, siempre fueron una especie que llamó mucho la atención, Louis Feullée (fig.2), en una expedición de principios del S.XVIII, dibujó un joven ejemplar. El drago, era muy conocido por sus aplicaciones medicinales, como un potente colorante, ya desde el Antiguo Egipto. Fuera de África era toda una rareza botánica.
Por lo expuesto anteriormente en el S.XVIII, Tegueste destacaba por tener un buen número de ejemplares de dracaena draco, como ocurre en la actualidad. En tiempos precoloniales debió ser un recurso muy utilizado por los guanches del menceyato, aunque su uso no se haya documentado aún en las distintas excavaciones arqueológicas realizadas en el municipio[1].
Esta numerosa aparición de dragos ha tenido reflejo en la toponimia del municipio (fig.2). Como observamos, repartida en un área muy concreta en torno a la zona del Socorro y más concretamente en San Gonzalo y conos volcánicos anexos.
En la actualidad podemos observar una buena cantidad de ejemplares centenarios, en esta zona que coincide con la que pudo describir Ledru en su viaje de finales del SXVIII.
Pero si observamos con detenimiento el topónimo que se encuentra a la derecha del mapa, ampliado en la figura 6. Podremos descubrir en la zona conocida como la Montañeta, el topónimo: “los Dragos”, y justo al lado un interesante topónimo GALÉN . En el año 94, todavía el que suscribe, estudiante de la facultad de Historia, visitó la zona, con el antiguo cronista de Tegueste Juan Daniel Darias, su hijo Agustín Darias y el por entonces alcalde del Municipio Vidal Suárez. Por tradición oral, se comentaba que en el lugar existió un antiguo tagoror con asientos y que el sitio (lugar donde se crió Vidal Suárez), poseía importantes estructuras murarias, algunas en forma piramidal, con escalones de acceso y otras circulares. Nuestra visita resultó muy interesante, pero observamos que la finca había sido transformada por la construcción de bancales modernos, que habían destruido aquellas estructuras, aunque sí que existía una importante cantidad de material cerámico guanche. En la zona además de higueras y otros frutales, encontramos adernos y unos imponentes ejemplares de dragos centenarios.
Pero, además de todo esto me resultó extraño el topónimo Galén. Mis pesquisas me llevaron a consultar en Datas, Protocolos notariales y no encontré nada parecido, pero las sospechas de que se trataba de un topónimo amazigh me llevaron a consultar con algún especialista.
Las primeras pesquisas me llevan a Ignacio Reyes García[3]. Donde tras revisar el material, me comenta lo complicado de aproximarse al significado ya que existen más de 80 acepciones para la forma consonántica GL, que le pudiera dar significado al término, sin contar con la deformación castellana. De todas las acepciones observadas quizás la que más se pareció formalmente:
Galén, Guelén: ‘relieve color claro con puntos oscuros’; pequeña colina cónica aislada, ‘pitón pequeño’. (Reyes García, I. 2011, Pág. 501).
Pudiendo asociarse a la Montañeta, topónimo que también se encuentra en la zona y que forma una pequeña colina.
Esta pequeña investigación quedó un poco frenada por otras ocupaciones, hasta que casi por casualidad, conozco el trabajo que desde la red de Museos de Tenerife, un equipo de científicos, ha realizado en varias campañas en el vecino Marruecos y que expuso en una conferencia, el antiguo director de Museos del Cabildo Tenerife, Francisco García Talavera Casañas[4]. Un trabajo que han continuado en una expedición realizada en febrero de 2016. Donde el propio Francisco García Talavera, junto con el biólogo Lázaro Sánchez Pinto han continuado el primer trabajo de Arnoldo Santos, del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA), que fue el primer botánico español en visitar los dragos de Marruecos, en las gargantas del río Umarhuz, a unos 400 kilómetros de la isla de Lanzarote.
Lázaro Sanchez Pinto (2003, pág.33), comenta: “Los dragos del Atlas viven entre 400 y 1.400 metros de altitud, en los enormes paredones -prácticamente verticales- que conforman las gargantas del río Umarhuz, nombre que recibe el tramo superior del río Massa, cuya desembocadura se encuentra a unos 300 Km al noreste de Lanzarote. El clima general de esta región es bastante árido y caluroso, pero las gargantas del Umarhuz se benefician de las frescas brisas marinas que remontan el valle del río Massa hacia las montañas, y gracias a ellas se produce un microclima local mucho más benigno que el de su entorno. La población de dragos se estima en varios miles de ejemplares; todos crecen en grietas o sobre pequeños andenes, colgados sobre el vacío, en espantosos precipicios de hasta 1.000 metros de profundidad. La mayoría se encuentra en las laderas orientadas al norte de las montañas Adad Medni (1.395 m) y la montaña de Imzi (1.540 m), y sólo unos pocos aparecen en las vertientes orientadas al sur. Se trata de una población estable y bien conservada, con muchos individuos jóvenes, aún sin ramificar, y numerosos adultos de copa ramificada, incluyendo algunos ejemplares viejos de hasta 15 metros de altura. La palabra ajgal es de origen bereber, y significa «el que vive en lo alto» o “el inaccesible”, en clara alusión a los sitios donde crecen. En la zona existen varios topónimos que se refieren al mismo: Ti-ajgal («los dragos»), T-ajgal-t («el draguillo»), Agadir-ajgal («la fortaleza del drago»), etc., lo que parece indicar que, ya desde muy antiguo, los dragos sólo se encontraban en lugares de difícil acceso. La región del Anti Atlas occidental es famosa por la abundancia de cabras que, desde hace milenios, han provocado grandes estragos en la vegetación natural, incluyendo los dragos, cuyas hojas son muy apetecidas por el ganado caprino. Antes del asentamiento de los seres humanos y sus rebaños en este remoto macizo montañoso, los dragos y otros árboles formaban bosques abiertos que se extendían prácticamente hasta la costa. Pero la intensa actividad ganadera y la continua tala de especies vegetales para diferentes fines (combustible, maderas, ampliación de áreas de cultivo, etc.)
Con este planteamiento, nos encontramos una relación directa entre nuestro topónimo GALÉN y la palabra que designa drago en Marruecos AJGAL. Para Francisco García Talavera (conocedor de algunos dialectos amazigh del Norte de Africa)[5], GALÉN se trata del plural castellanizado de AJGAL, por lo que podríamos traducirlo como: “Los dragos”.
Podríamos plantearnos entonces que en la actualidad conviven en casi el mismo espacio el término castellano de Los dragos con el nombre anterior guanche castellanizado Galén.
Y, ¿por qué causa pervivió este topónimo amazigh en la zona?
La respuesta a esta cuestión, nos lleva de vuelta a finales del S.XV y comienzos del S.XVI. Tras la conquista castellana se fijó algún tipo de población de origen indígena, guanches, canarios o gomeros, a los que sabemos se les dio algunas tierras en el valle (SOLER, J; PÉREZ, F; RODRÍGUEZ, T. 2011). A modo de ejemplo, en el entorno de Galén y La Calderilla, tenemos a los hermanos Francisco y Fernando de Tacoronte, guanches de bando de guerra, pero que reciben lotes de tierra en la zona:
“Juan Martín. El adelantado, don Alonso Fernández de Lugo, Adelantado de las yslas de Canarya, mando a los repartydores de las tyerras de esta ysla de Tenerife que no tomeys ni deys vn pedaço de tyerra que Fernando Tacoronte tyene en Tegeste, que son lynde de Jorge Grymon a la cabezada de Alonso de la Fuente, que son xxiiii fanegas de tyerra, antes le anparad y defendé en ellas por quanto él las ha labrado tres años. Fecha a xiii de otubre de mill diii años.- El Adelantado. En XII de agosto de MDVII. Fernando Tacoronte. Luys Sardina”. O.II.18.LXXXIII, doc. 969 (Báez Hernández, 2006: 244)
Estas tierras, las vende al portugués Juan Martín casi en el mismo momento que se las entregan legalmente, por lo que observamos su posesión real antes de cumplimentarse el hecho administrativo de la data. (Marrero Rodríguez, 1974: doc. 123p.): “Hernando Tacoronte, guanche, vº, vende a Juan Martín, portugués, estante, unas tierras que posee en el valle de Tegueste, lindantes con tierras de Jorge Grimón, con tierras de Francisco Tacoronte, guanche, con la montaña redonda y con un cerro por el precio de 10.000 maravedís. 6 de Setp. de 1507 (Ruiz de Berlanga, 1507-08 [1974:137]), y donde podemos encontrar aún en la actualidad el topónimo Isoria, y pueden ubicarse otros como Ajorcoroga y Rooga. Si bien Fernando de Tacoronte se desprende de sus tierras de forma temprana, para centrarse en sus otras tierras (Geneto y Abona), su familiar Francisco de Tacoronte y Gaspar Fernández (guanche de Taoro) siguen, aunque de forma indirecta, explotando sus posesiones teguesteras. Con lo que contribuyen a fijar la toponimia aborigen en la zona.
A modo de resumen, podemos observar que Tegueste se encuentra por orientación y altitud en una zona donde los dragos encuentran unas condiciones óptimas para su desarrollo.
Desde finales del S.XV, existen referencias escritas sobre la existencia de dragos en la zona del Portezuelo-Socorro.
En el Siglo XVIII algunos viajeros y naturalistas europeos, principalmente franceses, caso de André Ledru en su viaje a Tenerife 1796, describen la abundancia de dragos en la zona, destacando en el valle del Portezuelo-Socorro, por donde desciende hacia Tejina.
En la actualidad existen en la toponimia del lugar varios enclaves que hacen alusión a esta especie, en el entorno de los conos volcánicos del Socorro.
Entre ellos existe uno de claro origen amazigh, Galén y que tiene su raíz en la acepción que le dan en el Antiatlas marroquí a la subespecie de “dracaena draco ajgal” y que viene a significar literalmente: “los dragos”.
Este hecho nos lleva a la existencia posconquista, en la zona, de alguna población de origen guanche que contribuirá a la fijación y pervivencia del topónimo de claro origen amazigh y que con el paso de los años se castellanizó.
[1] Las excavaciones con estudios antracológicos de Los Cabezazos, Higuera Cota, no presentan restos de esta especie. Posiblemente porque no se usara como combustible y porque sus troncos,no leñosos, ofrecen una deficiente conservación respecto a las especies leñosas. Es conocido su uso, para la construcción de colmenas y para el caso de Gran Canaria, para la realización de escudos de guerra.
[2] En la trasmisión oral también se puede oír como Guelén.
[3] Doctor en Filología y Licenciado en Historia por la Universidad de La Laguna.
[4] Doctor en Geología por la Universidad Complutense de Madrid. Especialidad de Paleontología.
[5] También pudimos contrastar esta interpretación con algunas personas que conocen los dialectos bereberes marroquíes como Pablo de Luca y Manuel Hernández Rosales que ven muy viable esta asociación.
BIBLIOGRAFÍA:
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BERTHELOT, Sabino: “Árboles y bosques”. Edición José A. Delgado Luis, Tenerife 1995. Págs. 103
DARIAS HERNÁNDEZ, J. D. 2004: Un repaso a través de la historia (Auxiliado por la Cartografía). Santa Cruz de Tenerife, Ayuntamiento de Tegueste, 325 pp.
LEDRU, André-Pierre: “Viaje a la isla de Tenerife (1796)”. Edición y Traducción José A. Delgado Luis, Tenerife 1991, Págs.137.
MARRERO RODRÍGUEZ, M. (1974): Extractos del Protocolo de Juan Ruiz de Berlanga. 1507-1508 [PJRB]. Fontes Rerum Canariarum,XVIII. La Laguna. Instituto de Estudios Canarios.
PUIG-SAMPER, Miguel; PELAYO, Francisco: “El Viaje del astrónomo y naturalista Louis Feuillée a las Islas Canarias (1724)”. CCPC. 1997.Pág. 207.
REYES GARCÍA ,Ignacio: “Diccionario Insuloamazig”. Islas Canarias: Fondo de Cultura Ínsuloamaziq, junio 2011, págs. 646.
SANCHEZ PINTO, Lázaro: Una parada por la Macaronesia: El drago del Atlas. Boletín de la Asociación de Amigos del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife. Nº. 3, 2001,págs. 30-40
SERRA RÁFOLS, Elías: Las Datas de Tenerife (Libros I a IV de datas originales).E.C., Col. F.R.C. XXI, La Laguna, 1978.
SOLER, J; PÉREZ, F; RODRÍGUEZ, T: Datas, Protocolos y Toponimia aborigen en la Comarca de Tegueste. Silencios y apariencias en el proceso de aculturación de Tenerife” Actas de las IV Jornadas de Investigación histórica Prebendado Pacheco. Ayuntamiento de Tegueste. Abril 2011. Edición Digital.