Por Tomás Rodríguez Rodríguez
Los municipios de Tegueste y San Cristóbal de La Laguna conservan en su territorio un importante legado milenario. Las huellas de nuestros primeros antepasados; los guanches del que, al menos en la última fase antes de la conquista castellana, pertenecían al bando o reino de Tegueste. Este bando o territorio se extendía por la geografía actual de ambos municipios.
Foto 1.- Cascada en el salto del Murgaño
Esta protohistoria compartida, se separó a comienzos del S.XIX, cuando tras la formación de los ayuntamientos constitucionales en 1813, se dividen políticamente. Este factor curiosamente deformó en el ideario colectivo la visión del pasado guanche de la antigua capital de la isla, La Laguna. Gran parte de las producciones literarias creadas por el Regionalismo lagunero decimonónico se escoran hacia la figura vianesca de Beneharo, el rey de Anaga, dejando al antiguo mencey teguestero sumido casi en el olvido o como personaje secundario en la escena histórico-literaria, fomentando la idea de la no existencia del menceyato de Tegueste.
Esta separación política, aumentada por la casi nula producción histórico-literaria desde Tegueste, siguió alimentando esta división. La irrupción de Juan Daniel Darias, con su libro: “Tegueste, rincón olvidado”, si bien cargado de un canto a los valores teguesteros, también es un alegato a ese “olvido” en la historia.
El barranco Agua de Dios también es fruto de esa división y el diferente interés que se tiene por la conservación del Patrimonio Guanche en los dos municipios. Desde el año 2006 Se declaró BIC el espacio del barranco en la zona teguestera , la parte lagunera quedó excluida de dicha declaración. A partir del año 2009 comienza el proyecto Revalorización Patrimonial del barranco Agua de Dios ( Soler, J. 2011), en paralelo La Laguna es declarada Patrimonio Mundial de la Unesco y centra todos sus esfuerzos en la arquitectura monumental de la Ciudad, olvidándose de su patrimonio arqueológico prehispánico (Farrujia, 2012), y el barranco de Milán, parte norte y lagunera del Agua de Dios, sigue sufriendo agresiones irreparables (Vía de circunvalación, carretera para cementerio) destruyendo yacimientos y el entorno natural del barranco. La costa de Valle de Guerra, Tejina, Bajamar y las zonas de la Vega y Geneto, no han tenido unos niveles de protección y revalorización acorde con la abundancia de restos arqueológicos.
Pero a pesar de todo esto Tegueste no se libra del deterioro del barranco, aún se conservan importantes vertidos de aguas negras hacia las zonas de mayor concentración de yacimientos, intervenciones constructivas al borde del BIC, sin control municipal. En fin, luces y sombras que esconden un progresivo deterioro del barranco y que sigue la dinámica que encontramos desde mediados del S.XIX, momento en el que tenemos noticias de hallazgos de restos guanches en la zona.
1º.- El S.XIX y el coleccionismo de objetos guanches.
La cercanía a La Laguna y Santa Cruz, hicieron del barranco Agua de Dios y sus tesoros un oscuro objeto de deseo para los coleccionistas, primero con laextracción de piezas arqueológicas para gabinetes científicos, segundo para las colecciones públicas, tercero para colecciones de investigadores locales y en muchos casos como elementos curiosos que conectaban ese gusto por el pasado, construido con discursos románticos, regionalistas, nacionalistas o simplemente por la emoción del descubrimiento. Piezas que terminaron en casas particulares, metidas en cajas, en vitrinas en mal estado de conservación, banots y añepas deterioradas por el paso del tiempo sin ninguna medida de conservación, huesos humanos que terminaron quemados en un bidón en una huerta, porque ocupaban un espacio que ya se quería para otra cosa, cuentas de collar, que después de pasada la moda y la edad de llevarlos terminan en los contenedores de la basura, cuencos de barro en los comedores de las casas, resistiendo las embestidas de balones de fútbol, de productos de limpieza químicos, molinos de mano decorando terrazas, y muchos en cajas en sótanos, comidas por las arañas y cucarachas. Sí, ese ha sido el destino de muchas piezas arqueológicas que ahora, fuera de su contexto se convierten en piezas de “arte”, de las que admiramos su antigüedad y que formaron parte de una sociedad extinta, pero que no nos aportan mucha más información que su valor estético, ya que han sido sustraídas de su lugar de origen, de su entorno.
El S.XIX, sobre todo su segunda mitad, marcó una serie de descubrimientos que convirtieron a Tegueste y concretamente el barranco Agua de Dios, en un lugar muy visitado, compartiendo protagonismo con la Ladera de Martiánez en el Puerto de la Cruz o el barranco de Herques entre Güimar y Fasnia.
Las primeras excursiones científicas por el barranco de las que tenemos noticias están recogidas en un libro de viajes de 1789: Pierre Ledrucun naturalista francés recorrió parte del barranco camino a La Laguna y se sorprendió de lo escarpado del paisaje, de su vegetación: “La carretera de Tejina a La Laguna se extiende a lo largo de un barranco profundo, que en algunos lugares es incluso horroroso y que presenta bonitas cascadas. Las pendientes están cubiertas por una infinidad de vegetales que el botánico más temerario no se atrevería a intentar coger.” (Ledru, 1991, pag. 63). Esa curiosidad científica, junto con el aprovechamiento de los recursos que ofrecían las cuevas, para la agricultura, fueron el principio del fin de los restos guanches del barranco. Un ejemplo es la obtención de lo que se llamaba “carambola”[2], una explicación muy convincente de la escasez de paquetes estratigráficos en las cuevas. El campesino necesitaba abono para los cultivos, y encontraba, en los suelos de las cuevas, habitadas durante siglos, una materia orgánica impagable, resultado de los hogares de combustión en las entradas de las cuevas, donde se acumulaban los restos de los huesos, lapas, vegetales que cocinaban nuestros ancestros, así como los carbones de las maderas, que con el paso del tiempo, tenían una gran propiedad como fertilizante. (Alvarez Rixo. Descubrimientos de restos guanches S.XIX, pág. 122).
El S.XIX podemos decir que con la generalización del coleccionismo, con los gabinetes científicos, el tráfico de momias a nivel internacional, le hicieron un flaco favor al barranco Agua de Dios. Tenemos en el S.XIX, un buen número de referencias de descubrimientos (Ver cuadro 1).
Toda la segunda mitad del S.XIX, es testigo de descubrimientos de cuevas, casi siempre sepulcrales, que llamaron la atención de varios científicos franceses e ilustrados canarios. En esos años empiezan a tener contacto con piezas encontradas en el barranco Agua de Dios. El por entonces cónsul de Francia y naturalista, Sabine Berthelot y su sustituto como comisario científico René Verneau.
Los paralelismos, de los restos antropológicos guanches con el hombre de CroMagnon, hicieron de los cráneos canarios un verdadero reclamo para la investigación comparada. La solicitud que el antropólogofrancés Quatrefagues le hizo llegar mediante carta para que le enviase cráneos de diferentes sepulcros canarios (El Hierro, Gran Canaria y Tenerife) (Berthelot, 1980 [1879]: 129-130), para contrastar tales hipótesis, fue complacida ya que Berthelot envió una caja con material antropológico y material al Departamento de Antropología del Museo de Historia Natural de París, y en ella iban restos óseos localizados en el Barranco de Agua de Dios en Tegueste.
En una nota a pie de página, Berthelot relataba el material enviado procedente de este lugar: “La caja enviada contenía”:
(nº 1). Un cráneo parecido a los que se encuentran comúnmente en las antiguas cuevas sepulcrales.
(nº 2). Otro con una gran herida cicatrizada.
(nº 3). Otro momificado en parte, con las mandíbulas y las vértebras del cuello.
(nº 4). Dos piernas (de mujer quizás), momificadas.
Estas cuatro piezas procedían de una cueva explorada hace unos veinte años, que todavía está llena de osamentas, está situada en el barranco del agua de Dios, cerca de Tegueste, en Tenerife» (Tejera, A. 1990, Pág. 129).
Fig. 2.- Museo del Hombre de París. En sus colecciones se encuentran numerosos restos guanches.
En la actualidad en los fondos del Museo del Hombre de París, se conservan numerosos restos antropológicos de Tenerife y Gran Canaria, entre los que podrían estar los restos enviados por Berthelota Quatrefages.
De esa época conservamos un objeto encontrado en una cueva sepulcral, conocida desde entonces como cueva del Cuchillo (Ver fig.3). Sus descubridores Facundo Hernández y Juan Daniel Darias (finales de los años 60), lo enviaron al Museo Arqueológico de Santa Cruz de Tenerife[3]. Localizado el dibujo del hallazgo y estudiadas sus características se trata de un cuchillo de clara factura europea, de frecuente fabricación en Francia y Alemania, con mango decorado de nácar y hoja de bronce. Este cuchillo probablemente perteneciera a algún visitante en busca de restos.
Fig. 3.- Dibujo del cuchillo encontrado el año 1968, por Facundo Hernández Gutiérrez y Juan Daniel Darias. Realizado por el dibujante de Luis Diego Cuscoy.
Por lo cual el cuchillo deberíamos situarlo en el entorno de esos años de la segunda mitad del S.XIX.
A finales del XIX, historiadores locales incursionaban en el barranco a la búsqueda de objetos, como el caso que nos cuenta en un artículo Francisco Montesdeoca, cronista del Puerto de la Cruz, que escribió en la Gaceta de Tenerife, titulado: ¿Serán diablejos?: ”Hace 35 años, una friolera de meses sumados, que, por vez primera, a Tegueste marchamos de excursión en busca de objetos arqueológicos guanchinescos. En esa científica airación, reunimos el material, por materias, para escribir lo que hoy a la publicidad nos atrevemos lanzar, cosas ya pasadas de moda, pero que siempre serán nuevas, aunque viejas, para quienes demuestren interés o gusto en saborearlas”. (La Gaceta, Nov. 1931. F.P. Montesdeoca García).
Atraídos por las noticias de importantes hallazgos, como describe en las observaciones del mismo artículo: “Hasta 1869 existía en la que Félix Díaz Hernández, vecino del pueblo y al querer extraer de ella un cabrito o baifo, halló multitud de momias, rodeadas de sus correspondientes ataúdes de madera de sabina (de los juníperas olorosos, entre las Coniferas), y algunos cráneos, entre ellos, uno con una bala de plomo incrustada y otro, con hendidura de golpe de sable u otra arma cortante”.
Los constantes descubrimientos seguían atrayendo a foráneos en busca de hallazgos, y con ellos la destrucción de pruebas para el futuro de la investigación. El S.XX supondría una continuación de esta situación.
2º.- S.XX. La continuidad de la destrucción del Patrimonio Arqueológico y del entorno natural.
La primera mitad del S.XX sigue marcando una continuidad de lo que ocurre con el barranco y su atractivo para los aficionados a los restos guanches, como veremos en algunos museos, nos encontramos con piezas de la zona, algunas procedentes de los descubrimientos del siglo anterior y otras, resultado de las expediciones que se realizaban en el barranco. Por otro lado comienza a surgir, tras la Guerra Civil, la que se llamó la Comisaria de Excavaciones que bajo la dirección de Álvarez Delgado y luego Luis Diego Cuscoy, sitúan el barranco como un importante centro de estudio. Esto se traducirá en un buen número de excavaciones arqueológicas. Todo este proceso fomentó aún más la visita de curiosos, coleccionistas y amantes del mundo guanche que siguieron sustrayendo piezas de las cuevas y de las que no se tienen noticias de su paradero. Los años 60, 70 y 90 supusieron excavaciones con método científico que empezaron a acumular datos fuera de lo que es la pieza de coleccionista[4].
La exaltación de los valores canarios, basados en el guachismo, los años del independentismo también hizo mella en el barranco. Bajo la idea de tener la pieza del ancestro en casa, se rebusca en las cuevas, el guanche cobra de nuevo un atractivo inusitado, ya no solamente para los coleccionistas, sino para todo aquel que identificado con el concepto del guanche como un antepasado identitario, quiere tener una pieza como tótem de sus orígenes. Como podemos observar fueron muchos los restos que no tuvieron un estudio adecuado y que se perdieron para la disciplina arqueológica, como se observa en el cuadro 2.
Al mismo tiempo a partir de los años 70, con el cambio económico ocurrido en las Islas, el abandono progresivo de la actividad agropecuria y el vuelco hacia el sector servicios, el barranco comienza a sufrir el abandono de las actividades tradicionales, como refleja muy bien Joaquín Carreras en su publicación (2016) y se convierte en un vertedero, no existía en aquellos momentos el servicio de recogida de basura. La construcción de pozos, la presa de Hipólito, transforman su régimen fluvial, y la cultura de los charcos, pasa a mejor vida. El barranco queda herido de muerte.
Resultado de la actividad de esos años, aparecen restos en distintos museos colecciones de los que vemos algunos casos, pero seguro existen muchos más.
2.1.- Museo Nacional de Antropología
Algunas de esas piezas, sobre todo cráneos y momias terminaron en museos nacionales, como es el caso del Museo Nacional de Antropología. Piezas cedidas por coleccionistas como el caso de Agustín Cabrera, profesor del Instituto de Canarias de La Laguna o el médico portuense Felipe Rodríguez que cedió una, encontrada en una cueva en el risco de El Lagarete. Estas piezas fueron estudiadas por el antropólogo Francisco de las Barras de Aragón, con clara influencia de la antropología francesa. Los cráneos teguesteros fueron analizados desde las referencias establecidas por Quatrefaces para el hombre de Cro-magnon, recogido este estudio en las Memorias y Actas del Museo Antropológico Nacional en 1929. Los de Agustín Cabrera posiblemente formaran parte de la colección que se conserva en la actualidad en el Cabrera Pinto.
Fig. 4.- Fachada del Museo Nacional de Antropología.
Agustín Cabrera donó en 1906, coincidiendo con la visita del Rey Alfonso XIII a las islas y más concretamente al Instituto Cabrera Pinto, donó 3 cráneos completos, en buen estado de conservación sacados de una misma cueva en el barranco Agua de Dios. El primero de un varón joven con toda su dentadura, y dos cráneos de mujer, también jóvenes. Una de ellas con una erosión lateral que es interpretado como el inicio de una trepanación sin terminar o algún tipo de tumor. La cedida por el doctor Felipe Rodríguez, también de mujer, en 1887, presentaba distintas lesiones en la parte frontal de un arma cortante.
Fig. 5.- Cráneos del barranco Agua de Dios. Museo Nacional De Antropología (F. de Barras de Aragón 1929)
2.2.- Colección Anatael Cabrera. Instituto Cabrera Pinto.
El Instituto Cabrera Pinto, antiguo convento agustino, conserva una importante colección antropológica del barranco Agua de Dios y del entorno, Bajamar y Tacoronte. Ya desde el Gabinete de la Universidad de San Fernando, recopilaron distintos materiales, enriquecidos con compras a Anatael Cabrera Díaz, médico y naturalista, que tuvo en el barranco una importante zona de extracción de restos. Su hermano Agustín Cabrera potenció el Gabinete del Instituto, y como vimos en el apartado anterior, envió hasta tres cráneos del barranco al Museo Nacional de Antropología, coincidiendo con la visita del rey Alfonso XIII al Instituto.
Fig,6.- Collar y cráneo de la colección Anatael Cabrera. Instituto Cabrera Pinto de La Laguna.
Junto a los restos óseos humanos se conservan también en el Gabinete algunos pocos materiales arqueológicos -vasos cerámicos, cuentas perforadas de barro cocido, molinos de mano, punzones de hueso-, que son también, según las antiguas etiquetas conservadas en alguno de ellos, de yacimientos arqueológicos del Barranco de Agua de Dios.
Se conservan más de un millar de restos óseos de distintas cuevas de la zona, a los que el equipo de Matilde Arnay de la Rosa, les ha realizado importantes estudios de paleodieta, que empiezan a aportar información, sobre los alimentos que comían , crisis alimentarias, patologías frecuentes, que aportan una importante información sobre los habitantes más antiguos del barranco.
Los avances científicos, también han permitido aplicar los estudios de ADN. Que han contribuido a esclarecer el origen norteafricano de los guanches.
Fig. 7.- Vitrinas de la sala Anatael Cabrera, Gabinete del Instituto Cabrera Pinto de La Laguna. Con materiales del Agua de Dios.
2.3.- Museo de la Naturaleza y el Hombre.
El Museo de la Naturaleza y el Hombre de San Cruz de Tenerife posee seguramente la mayor concentración de piezas del barranco de toda la isla, aunque de muchas de ellas no se tenga consciencia de que lo son. El 85% de los fondos del Museo son resultado de hallazgos fortuitos, de entregas de material descontextualizados, que dificultan su ubicación. De Tegueste el museo conserva los materiales de las excavaciones realizadas por Luis Diego Cuscoy y el propio Museo y materiales entregados por aficionados. Pero existen otros muchos que no se conoce su procedencia y que podrían tener su origen en la zona, sabemos de algunos casos de colecciones privadas que no tenían referenciadas piezas recogidas en Tegueste y se han perdido con los propios coleccionistas, ya que no tenían identificados los lugares de recogida.
Fig. 8.- Vara pulimentada, de 87 cm. Encontrada en una cueva funeraria del barranco Agua de Dios (nº1).
Fig. 9.- Reconstrucción de pieza anforoide de la Cueva de los Cabezazos. Barranco Agua de Dios. MNH.
2.4.- Museo arqueológico del Puerto de la Cruz.
El Museo Arqueológico del Puerto de la Cruz posee una de las colecciones de cerámica mejor conservada de los guanches de Tenerife. Para el caso teguestero, quizás sean sus fondos documentales los que aportan elementos de la historia del barranco Agua de Dios. Entre ellos se encuentra el archivo personal de Luis Diego Cuscoy, que como sabemos estuvo vinculado a Tegueste una buena época de su vida profesional. Entre sus manuscritos nos encontramos con el texto, hasta ese momento inédito de la excavación de la cueva del Guanche, incluido en el libro Excavaciones en la Memoria. Editado en 2009 por el Ayuntamiento de Tegueste. También nos encontramos con dibujos de cerámicas de otras excavaciones, entrevistas grabadas a pastores de Tegueste. Y manuscritos y fotografías del municipio.
Foto 10: Sobre con letra de Luis Diego Cuscoy. En el interior encontramos gráficos donde se cuantificaron los distintos tipos de cuentas de collar que se encontraron en la cueva del Guanche. MAPC.
2.5.- Museo de Catalanes.
La figura de Facundo Hernández y su amor por la arqueología, tiene su referencia en un pequeño museo que creó en una cueva artificial de su propiedad. Allí entre innumerables objetos etnográficos, nos aparecen piezas arqueológicas del barranco, mezcladas con reproducciones de piezas de vasijas, espada de madera, etc. Podemos encontrar algún esferoide (ver foto), entre otras piezas líticas y alguna vasija incompleta.
Fig.11.- Piezas líticas de la Cueva de los Perros en la zona del pozo de San Marcos.
2.6.- Colección particular de Tacoronte.
En 2016, tras un incendio en una casa de Tacoronte, los Agentes de la Guardia Civil, descubren en uno de los cuartos de la casa, una importante colección arqueológica, entre las que se encontraban algunas piezas sustraídas de Tegueste. Molinos de mano, material lítico, cuentas de collar, 15 cráneos, material cerámico de incalculable valor y hasta un idolillo femenino, forman una colección importante, en la que las piezas teguesteras, aún por publicar, suponían una parte sustancial, indicada en las etiquetas que, en este caso, el coleccionista colocó a las piezas.
Fig. 12.- Colección particular de Tacoronte. Incautada por la Guardia Civil en 2016.
Como podemos observar, restos esparcidos por innumerables colecciones y muchas privadas desconocidas, gran parte de los hallazgos quedaron huérfanos de un estudio científico que permitiera recopilar información fiable para un mejor conocimiento de las formas de vida en la comarca, antes de la llegada de los castellanos. Muchos descubrimientos se ocultaron (ver cuadro 2). Otros simplemente se perdieron con el devenir del tiempo y las modificaciones de la geología del barranco, hundimiento de cuevas, caídas de rocas, pero la gran mayoría por sustracciones, muchas veces ignorantes del maltrato que se realizaba al Patrimonio guanche y del municipio en general.
3º.- El S.XXI. La declaración del BIC. Y el Proyecto de Revalorización Patrimonial del Barranco Agua de Dios y su entorno.
El cambio de siglo irrumpió quizás con una modificación de la mentalidad respecto a la conservación del Patrimonio. A la realización de inventarios y excavaciones (ver excavaciones en la Memoria). Se une la Declaración de la Zona de Los Cabezazos como BIC, con categoría de zona arqueológica. Esto supuso un importante cambio en las intenciones a nivel de Protección. Al mismo tiempo estas medidas preventivas, se han enriquecido con las visiones de difusión patrimonial, muy en boga en estos comienzos del S.XXI, donde se mezcla el conocimiento, la investigación con la divulgación. Por ello desde 2009, financiado por el Ayuntamiento de Tegueste se ha iniciado un Proyecto que sigue su camino en base a crear el primer centro de Interpretación de Tenerife, para lo que se ha habilitado un inmueble en la Plaza de San Marcos y se está desarrollando un proyecto técnico de puesta en uso del barranco y sus yacimientos para hacerlo visitable. Al mismo tiempo aún quedan muchos aspectos por resolver en cuanto a las agresiones que sufre el barranco. Presión vecinal en su entorno, aunque cada vez más matizada, aún aparecen focos de escombreras, algunas actividades agresivas con el medio, transformando el viejo paisaje y un problema grave, que son los vertidos de aguas residuales sin tratamiento al cauce en plena zona BIC, que han creado una densa vegetación en torno a varios yacimientos y que están alterando el entorno natural, con malos olores, contaminando el acuífero y sobredimensionando una vegetación de sustitución que no se corresponde con el entorno.
Fig. 12.- Cauce del barranco en la zona de El Murgaño. Donde observamos vertidos.
Por otro lado en estos años de abandono de la actividad agrícola en las laderas del barranco y sus bancales ha supuesto la invasión de especies foráneas, que han puesto en peligro los endemismos. Los eucaliptos, el rabo de gato, el hediondo mexicano, las piteras, entre otras, le han restado espacio a las tabaibas y cardones, a saucedas, palmeras y dragos, balos y vinagreras que deberían reinar en este barranco.
Las perspectivas de recuperación del barranco son muy buenas. Yo diría que nunca se estuvo tan cerca de desarrollar un proyecto que atendiera al desarrollo patrimonial del barranco como ahora. Sin embargo es muy necesario el apoyo de la población local, la recuperación de piezas sustraídas en años anteriores para que enriquezcan el centro de interpretación, y lo más importante el compromiso de cuidado del medio, para que las futuras generaciones lo puedan disfrutar en las mejores condiciones posibles, frenando la destrucción que lo ha llevado a estar herido de muerte.
El barranco Agua de Dios aún esconde mucha información, su conservación dependerá de una sociedad cada vez más informada y formada que entienda la importancia de este legado, esperamos en un futuro, que su puesta en uso como recurso patrimonial lo dignifique y frene las constantes agresiones que ha sufrido a lo largo de los siglos.
[1]Decreto 166/2006, de 14 de noviembre.
[2]“… en una cueva eminente en el risco llamado la Atalaya, en la que solamente colgados con sogas pueden entrar, una mujer de Tejina (casada hoy con D. Felipe Carvallo), tuvo la osadía de penetrar para sacar el polvo que ellos llaman carambola con el que abonan las tierras algunos de Tejina, encontrose un cuerpo entero y bien conservado de una guancha, y su ilustración le sugirió la idea de arrojarla desde la entrada hasta verla caer abajo en polvo (Tejera, 1990: 122)
[3]En aquellos años se barajaron muchas hipótesis sobre su adscripción.Juan Daniel Darias en una charla en el Colegio Teófilo Pérez, en 1982 comentaba que por sus características podía ser un cuchillo de circuncisión judío, resultado de intercambios comerciales con los guanches del barranco. Años más tarde Agustín Darias, hijo del anterior, lo situaba como adscrito a la dinastía Ming china.
[4]Ver -SOLER SEGURA,J.; PÉREZ CAMAAÑO, F. RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, T.: “Excavaciones en la Memoria”. Ayuntamiento de Tegueste. 2011. 250 pp.
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